El Parlamento de Canarias y la Real Academia Canaria de Bellas Artes inauguran la exposición “La mujer y el arte: un encuentro de identidades”

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Este martes, 6 de marzo, a las 11:30 horas, se inaugurará la exposición “La mujer y el arte: un encuentro de identidades” en el Parlamento de Canarias. En esta muestra artística,  comisariada por las Sras. Académicas Dña. Ana Luisa González Reimers y Dña. Marisa Bajo Segura, se exponen, entre otras, obras de Dña. María Belén Morales, Dña. Maribel Nazco, Dña. Maribel Sánchez Bonilla, Dña. Marisa Bajo Segura,  Dña. Josefa Izquierdo y Dña. Elena Lecuona.
A continuación anexamos el texto realizado a propósito de esta muestra artística, por Dña. Ana Luisa González Reimers.

Una vez más la Real Academia Canaria de Bellas Artes ha sido invitada por el Parlamento Canario para colaborar en  la organización de actividades expositivas, esta vez con motivo de la celebración del 8 de marzo, día de la mujer, cristalizada en la exposición La mujer y el arte: un encuentro de identidades en la que se muestran obras de creadoras canarias que forman parte del patrimonio artístico de ambas instituciones

El Arte, creación del intelecto sin diferenciación genérica, es el signo plástico expresivo del tiempo y del contexto cultural y emocional donde el creador, sea mujer u hombre, se halla inserto. No es otra cosa que la acción plástica emprendida para responder a las necesidades vitales de expresión individual o colectiva de una sociedad y de un tiempo, de una época que la propia creación mueve y que a su vez es movida por ella. De ahí que la expresión artística- la pintura, el dibujo, la escultura –sea un lenguaje en continuo cambio o mutación.

La mujer y el arte: un encuentro de identidades es, como su título indica, un encuentro de diversidad, un espacio en el que diferentes lenguajes y  discursos nos permiten sumergirnos en una gran variedad de técnicas y procesos artísticos, en una libertad de propuestas que representan magníficamente parte del panorama artístico canario, con la dialéctica de cada artista perfectamente definida  en la que la obra se desenvuelve en la relación del ser humano con su territorio. La pluralidad y la diversidad rigen la muestra de estas doce creadoras, todas con una sólida trayectoria, aglutinadas en este espacio por una razón fundamental: la tenaz persecución de un lenguaje propio en un itinerario basado en la innovación y renovación constante, la investigación formal y técnica, la experimentación con los materiales, la infatigable búsqueda de motivos y soluciones y la reflexión sobre la propia trayectoria vital y artística, no ajena al fluir de la vida diaria. Porque la sensibilidad de la artista no permanece indiferente al entorno natural o al acontecer de los hechos que suceden en ese inmenso escenario circundante. Gran cantidad de datos son asumidos y, filtrados en el proceso creativo, pasan a formar parte de un discurso autónomo y emergen en la nueva obra, en el nuevo universo plástico donde lo concreto se universaliza a través de la aventura artística personal.

En busca de un nuevo medio de expresión, la exploración y experimentación de Maribel Nazco con el metal oxidado de la chatarra le permitió descubrir un nuevo universo de formas y colores de lenguaje inagotable. El proceso de erosión, oxidación y posterior pulido, junto con el certero tratamiento de luces y volúmenes condujo las formas rotundas de la Venus de Willendorf sobre un fondo dorado, en la que el lienzo ha sido sustituido por la lámina de metal y los pigmentos por ácidos con los que obtiene plasticidad, luz y color. Lo cotidiano se transmuta también en luminosa y silenciosa soledad atemporal en la pintura de Pepa Izquierdo,  en una obra que surge de la reflexión e invita a ella. La trascendente atemporalidad también está presente en el universo estético de Elena Lecuona que, perforando el tiempo, hunde sus raíces en el retrato del mundo florentino renacentista, creando nuevos personajes, sin clara definición, seres rotundos de un nuevo universo bañado de lujo estético, acentuado por la bellísima y delicada gama cromática de su paleta. El dibujo como traductor de sensaciones y sentimientos en la obra de Marisa Bajo y en su indagación en los valores dramáticos del ser humano. El desencanto, la soledad, la introspección es plasmada con sensibilidad rembrandtiana a través del trazo directo, vigoroso y conciso en Susurros, donde con los mínimos medios, el juego de líneas modela un rostro, consiguiendo la luz, la sombra y la expresión a través de la mirada. Utilizando la forja del artesano medieval, con los destellos luminosos del cristal limitado por la austeridad del negro consigue Maud Westerdahl una construcción monumental de frontones, pórticos y peristilos, nuevos mundos de modernidad que a su vez aluden a ciudades lejanas en el tiempo. Desplegada su obra en un entorno real, en un fragmento de nuestro territorio geográfico, Inmaculada Jerez explora las formas rotundas de un paisaje litoral pétreo, contraponiendo a la textura rugosa de la lava la superficie lisa del cayado en la gama de los grises plateados y azules disueltos, creando así a través de la forma y el color un nuevo universo autónomo, transmutado en metáfora de la soledad táctil, la soledad tocada. Con una gran libertad en el uso del color construye Adela Cano su pintura Reflejo, en la que superpone la mancha, de distintas tonalidades y densa materia, a modo de collage, creando la forma y el volumen de la figura estructurada en planos cromáticos. También con el color extendido en pinceladas cortas, sueltas y grumosas Alicia Lecuona consigue la vibración lumínica que envuelve el escenario boscoso de Camino con el sugerente sendero adentrándose en la masa vegetal. La larga trayectoria de esencialización, buscando para su expresión en lo abstracto incentivos que la evocación de lo natural no proporcionaba, condujo a Lola Massieu a soluciones plásticas en el campo de la pintura informal, para quedarse solo con el espacio y color y el juego de tensiones cromáticas, de tiempos cruzados, expresión de sus propias vivencias. El resultado es una obra misteriosa, sorprendente, combativa, en la que creó nuevos mundos cargados de trascendencia. En el universo  de Carmen Cólogan emerge lo insular desde la perspectiva de su complejidad, lleno de códigos y signos. Escrutando el territorio de la memoria llega a una realidad mutilada, construida con una intensa luz definidora de espacios herméticos acotados por paredes de colores planos, de arquitecturas lineales o en fuga hacia el infinito. Y en ese resplandor cromático irrumpe el elemento real del drago, la robusta planta icono de una tierra utópica que, pese a su realismo, dota a la imagen de una dimensión abstracta. La reflexión plástica de la luz y el vacío confrontado al volumen rige la obra y nos permite atravesar el espejo en el que se refleja el aislamiento silencioso. La reflexión acerca de la existencia insular, la poderosa presencia dela geografía insular que alcanzó todo su significado desde su traslado a la costa de Tacoronte, con el mar en primer plano flanqueado por la cordillera y la sombra oblicua del Teide, fueron referentes descubiertos por la atenta mirada de María Belén Morales e incorporados a la investigación y reflexión plástica en un nuevo universo. El proceso creativo revela la indagación llevada a cabo para ahondar en la oculta estructura, en la ordenación primigenia del territorio circundante  evidente  en Núcleo ocre, en la forma rotunda piramidal, de agudas aristas, con la majestuosidad de la línea recta que se dispara hacia lo alto y se proyecta en el espacio circundante. El desnudo femenino recostado, de suaves formas esculpidas, se funde en el mármol travertino del bajorrelieve con el que Maribel Sánchez concurre a esta muestra, acentuando esta integración el acertado pulido de la piedra y el estudio de la luz que resbala y aterciopela la superficie. La materia alcanza también un protagonismo especial en el torso femenino acéfalo, que en ligero contraposto emerge de la piedra sin pulir, testimonio de su génesis, contrapuesta a la blandura y plasticidad mórbida del vientre y a la poderosa musculatura de la espalda.

Un arte personal, honesto y sincero emana de todo el conjunto. En su propio lenguaje, cada artista ha creado espacios nuevos, y esa creación se desenvuelve en la relación del ser humano con su territorio, dejando siempre en cada obra una parte de sí mismas, de ese diálogo entre lo interno y lo externo, entre la percepción y la versión decantada que nos traslada.

Ana Luisa González Reimers

Académica Correspondiente. Real Academia

Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel

Comisariado conjunto entre las Académicas María Luisa Bajo Segura y Ana Luisa González Reimers

 



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