Academia

Historia

HISTORIA DE LA RACBA

Mercurio y Minerva coronan la fachada del edificio construido por el antiguo arquitecto y académico Manuel de Oraa donde se ubica actualmente la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel. Ambas figuras custodian el reloj que marca las horas de la memoria, en un grupo escultórico firmado por el también académico tinerfeño Gumersindo Robayna, afamado escultor y pintor historicista y mitológico del siglo XIX. Las dos estatuas se asoman y miran desde las alturas, contemplando el paso de una Historia que, en buena parte, han presenciado.

En el curso 2009/10 cumplió la Real Academia Canaria de Bellas Artes 160 años de existencia, dejando atrás una andadura tan larga como dificultosa. Fue fundada por el Gobierno de Isabel II, con doce Academias más para otras tantas provincias españolas, por Real Decreto de 31 de octubre de 1849. Su sede se fijó en la capital única que tenía entonces el Archipiélago Canario, Santa Cruz de Tenerife, abarcando, en consonancia con su denominación de “Academia Provincial de Bellas Artes”, el ámbito de todas las Islas. Con una estructura de otro sesgo siguió su camino de ámbito provincial cuando fue reinstaurada por Alfonso XIII en 1913. En este sentido, con la división de la Provincia en 1927 se convirtió tácitamente en biprovincial, y con el advenimiento de la Democracia y el Estado de las Autonomías, en una Academia que, por su implantación y participación en todo el ámbito interinsular, abarca toda la Comunidad Autónoma de Canarias.

Conviene aclarar que la implantación de la RACBA fue posible porque tuvo un importante precedente en Santa Cruz de Tenerife: la Sociedad de Bellas Artes, una asociación civil impulsada por Pedro Maffiotte, Cirilo Truilhé y otros artistas amigos en 1846. Acababa de eclosionar entonces el asociacionismo privado en España, tímidamente regulado por el Gobierno justo desde el año anterior. La Sociedad, con sus clases de pintura y grabado y sus exposiciones, fue un éxito que, sin duda, favoreció que la Corona, tres años después, instituyera la Real Academia Canaria con una Escuela de Bellas Artes financiada desde el sector público.

Lo singular es que todo este movimiento artístico y asociativo estuvo alentado por un buen número de franceses inmigrados, o bien por hijos o nietos de franceses, e icluso, entre los españoles, por algunos casados con mujeres descendientes de franceses. La Academia, en su primera etapa, ostenta apellidos como Maffiotte, Truilhé, Martinón, Baudet, Malibrán Autet, Saurin, Berthelot, Lallier, Guigou, Plasson de La Combe, etc. Subyace ahí una cultura heredada de la bien acrisolada Academia francesa de la Ilustración, cuyo eco rebrota ahora en Canarias de la mano de quienes la llevaban en sus genes y sabían lo que querían. Y si la RACBA fracasó a los veinte años por razones económicas y políticas relacionadas con la pésima administración de las instituciones públicas españolas, fue en cambio un éxito extraordinario en lo artístico, favoreciendo la eclosión en Canarias de una escuela de pintores muy centrada en Tenerife.

Tras el colapso de la RACBA en 1869, veremos que su espíritu siguió floreciendo por sí mismo y se prolongó hasta la reinstauración de la Academia en 1913, lo cual aconteció de la mano de discípulos emanados de la etapa anterior, y donde todavía se perciben los coletazos de algunos de aquellos apellidos franceses.

La breve “historia” que aquí presentamos está centrada en los presidentes que ha tenido la RACBA, es decir, en las diferentes etapas presidenciales contempladas a grandes rasgos. Una historia más pormenorizada, basada en los hombres que han hecho la Academia y han sido protagonistas de la misma, en la que podremos conocer con más detalle a los impulsores que acabamos de citar, puede leerse en el apartado “Académicos desde 1850”, donde éstos irán documentados uno a uno en la medida de lo posible. Es la tarea más ardua que hemos realizado, y siempre estará sujeta a adiciones y rectificaciones, para lo que apelamos a la colaboración y a la mejor sabiduría de nuestros visitantes lectores que nos puedan aportar más datos y fotos.

Primera etapa: 1849-1869

Entre las doce Academias fundadas durante el reinado de Isabel II, sólo cuatro lo fueron de primera clase (Barcelona, Sevilla, Valencia y Valladolid), siendo las demás de segunda clase. La diferencia radicaba en que en las de primera se atendían enseñanzas de pintura, escultura y arquitectura, y entre las de segunda sólo de pintura y escultura, primordialmente, aunque la canaria impartió también desde muy pronto enseñanzas relacionadas con la arquitectura, para formar personal competente en obras públicas y construcción, como peritos. Se inauguró la de Canarias al año siguiente de su creación legal, el 6 de mayo de 1850, y su mantenimiento quedó conferido al Ayuntamiento capitalino de Santa Cruz de Tenerife, según dictaminó Madrid, bajo la tutela del Delegado del Gobierno. El Ayuntamiento, pese a recibir desde Madrid cada año una asignación finalista para la Academia, se resistía siempre a librarla y a invertir decididamente en el desarrollo y mantenimiento de la misma. Debido a ello, su historia fue desde entonces tortuosa y difícil, sobreviviendo milagrosamente gracias principalmente al entusiasmo de sus miembros artistas.

En el Artículo 7 del decreto fundacional se dice que los Académicos habrían de ser elegidos por la propia corporación, y que su número y clases se fijarían por el Gobierno para cada Academia, de acuerdo con las circunstancias en la respectiva población. La canaria se compuso de veinte Académicos: 6 de dibujo y pintura, 2 de escultura y vaciado, 2 de diseño arquitectónico (pese a ser de segunda clase) y 10 personalidades de reconocido prestigio en relación con las Bellas Artes. Esto en cuanto a la Academia propiamente dicha, de la que dependía como anexo una Escuela de Bellas Artes con su director y personal docente, entre los que estaban involucrados varios académicos.

El primer presidente de la Real Academia Canaria de Bellas Artes fue un gestor que llegó a ser alcalde de Santa Cruz (1856-57), Lorenzo Tolosa y Manín, quien asumió la presidencia entre 1850 y octubre de 1858, en que renunció en virtud de su precario estado de salud. A la primera corporación de académicos pertenecieron personalidades tan relevantes como Sabino Berthelot, los pintores tinerfeños Nicolás Alfaro y Gumersindo Robayna, el arquitecto Manuel de Oráa, el escultor Fernando Estévez o el pintor grancanario Manuel Ponce de León, entre otros. También fue nombrado Académico Honorario el pintor tinerfeño afincado en la Península Luis de la Cruz, para quien se creó una cátedra que nunca ocupó, pues falleció antes de trasladarse a Tenerife para desempeñarla.

Justamente veinte años duró la actividad académica de esta etapa, en la que sustituyeron interinamente a Tolosa como presidentes, turnándose entre 1858 y 1861, los consiliarios Félix Soto y Dámaso Baudet, hasta tanto fuera oficialmente nombrado como presidente en propiedad el candidato propuesto: el notable intelectual y subgobernador provincial José Joaquín de Monteverde, quien fue designado para ello por la Reina el 7 de junio de 1861 y ejerció dicha presidencia hasta el final de esta etapa.

Tuvo la Academia en aquellas primeras dos décadas una actividad pujante, especialmente en el terreno pedagógico de las artes plásticas, en el fomento de los artistas canarios y en la recuperación de patrimonio de valor. Como bien apunta Eliseo Izquierdo en el Editorial del nº 1 (2008) de los “ANALES” de la RACBA, ésta se vio obligada a cerrar sus puertas por desatención de los poderes públicos que debían sustentarla. Lo hizo finalmente “porque ni para adquirir bujías con las que alumbrarse en las aulas tenía al final la Academia, sino deudas y más deudas, por el incumplimiento sistemático de los compromisos oficiales”. Además, al estallar la revolución de 1868 e instaurarse tiempos después la 1ª República, las instituciones Reales perdieron la protección que tenían del Estado y, suprimida desde 1869 para las Academias la facultad como instituciones oficiales pedagógicas de dibujo (Decreto de 14 de enero de 1869), quedó la canaria hibernada y estuvo abocada a desaparecer, lo que conllevó que peligrara la continuidad de las enseñanzas artísticas en Canarias durante los siguientes 44 años. No obstante, aquellos académicos de entonces, tras la supresión oficial de las enseñanzas de dibujo y otras artes, continuaron manteniendo viva la llama de la pedagogía artística, aunque actuando desde otros foros pedagógicos.

Segunda etapa: 1898/1913-1963

Fue precisamente un grupo de personalidades vinculadas a los académicos despojados de su Corporación el que, en 1898, promovió el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, concretamente Patricio Estévanez y Murphy, y especialmente Teodomiro Robayna y Pedro Tarquis Soria. El Museo se inauguró en 1900, con generosa donación de obras por parte de casi todos los artistas, y a su sombra se organizaron nuevamente enseñanzas académicas. Desde Madrid se remitieron importantes obras de arte para el mismo, y a él fueron a parar también gran parte de los antiguos fondos de la Academia y sus pertenencias, razón por la cual, cuando se reinstauró la RACBA en 1913, siendo siempre Académicos de la misma los gestores del Museo, fue éste la dirección oficial que figuró en los estatutos de la Real Academia Canaria de Bellas Artes hasta ya entrado el siglo XXI, pues la Academia no logró tener en todo ese tiempo una sede propia.

El 18 de julio de 1913, por orden del Rey Alfonso XIII a impulsos de la demanda canaria y mediante un Real Decreto promovido por su ministro Joaquín Ruiz Jiménez (padre), se reinstaura en Santa Cruz de Tenerife la Real Academia Canaria de Bellas Artes, y cuatro días después, el 22 de julio, la Gaceta de Madrid publica otro Real Decreto en el que el Rey nombra a todos los componentes escogidos para la corporación. El acto de constitución tuvo lugar en el despacho del Gobernador provincial el 6 de agosto siguiente, fecha de la primer acta de esta etapa. Vuelve a resurgir la Academia como corporación pedagógica y consultiva y mantiene su sede vinculada a dicho Museo de Bellas Artes de Santa Cruz y a la Escuela de Artes y Oficios que se creó también en 1913, una situación que se prolonga hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, en que, en tiempos del presidente Pedro Suárez Hernández, ciertos problemas burocráticos obligaron a la Corporación a desvincularse físicamente del edificio donde operaba la Escuela de Bellas Artes.

Según los estatutos de entonces, los que se redactaron con el decreto de Alfonso XIII, estaría la RACBA integrada por 20 Académicos de Número (aparte de un cuerpo ilimitado de académicos “honorarios” o correspondientes), pero esta vez divididos en cuatro secciones cubiertas por especialistas, técnicos y críticos de las especialidades de Pintura y grabado, Escultura y vaciado, Arquitectura, y Música (5 numerarios por sección). En la nómina de Académicos designados entonces por Real Decreto del 22 de julio de 2013 (véase “Académicos desde 1850”) figuran ya los nombres de los cinco presidentes que se sucederán desde dicho año hasta 1963 y a los que nos referiremos a continuación. Su sede operativa en esta etapa y la oficial a efectos legales durante todo el siglo XX fue, como queda dicho, la del Museo Provincial de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, cuyo bedel recibía una asignación por parte de la Academia para compensarle de las atenciones que le dedicara. Tan ligada estaba la Academia la Museo, que el 9 de noviembre de 1918 firmó el Rey nueva Real Orden por la que nombraba conservador del mismo al Presidente de la RACBA, que a la sazón lo era Estébanez.

Enrique Pérez Soto, comerciante de prestigio y gran benefactor, fue el primer (y efímero) presidente de esta segunda etapa. Sólo estuvo presente en el acto de constitución ante el Gobernador Civil, y en él expresó su ferviente propósito de trabajar con todos para la consolidación de la Academia. Al final propuso que asumiera la presidencia durante un tiempo don Patricio Estévanez, consiliario 1º, por tener que ausentarse de Tenerife, seguramente para hacerse un chequeo en la Península. No tardaron en llegar noticias pésimas sobre su estado de salud, lo que se expresó en actas con gran consternación de todos, y lo cierto es que se tuvo que quedar mucho tiempo fuera de la isla para tratarse. En marzo de 1915, de acuerdo con las exigencias de los estatutos, se le pasó a “supernumerario” y se declaró vacante su sillón como miembro de número de la sección de música. Falleció unos años después sin haber vuelto a comparecer por la Academia.

Le sucedió inmediatamente quien ya le sustituía en su calidad de Consiliario 1º designado desde Madrid, el recordado Patricio Estévanez y Murphy (de 1913 a 1926), durante cuyo mandato hubo varios decesos y nombramientos de nuevos académicos. Lo que en este periodo de arranque no pudo resolverse fue la financiación por parte del Estado para que la Academia pudiera funcionar. Cuantas gestiones se hicieron, incluso invocando la vieja Real Orden de 21 de octubre de 1849 relativa a la financiación de las Academias, fueron inútiles. Finalmente, la Academia consiguió unas flacas asignaciones anuales del Ayuntamiento y de la Diputación Provincial, con las que pudo realizar una labor verdaderamente mínima. Estévanez enfermó en 1917, y a partir de 1921 no volvió a comparecer en los plenarios, siendo sustituido interimanmente por Eduardo Tarquis.

Al fallecer Estévanez en 1926, asumió la presidencia de la RACBA definitivamente y por 22 años el escultor Eduardo Tarquis Rodríguez, quien había gestionado en Madrid con mucho empeño la reactivación de la Academia desde antes de 1913. Fue el presidente de más larga duración que ha tenido la Academia (desde 1926 hasta 1948, en que falleció). Alternó esta presidencia con sus funciones como director del Museo Provincial de Bellas Artes y como profesor de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Santa Cruz. Fue el único presidente de la RACBA que no nombró nuevos académicos durante su largo mandato. Esto se debió a que poco después de haber asumido la presidencia de la Academia, en 1927, recibió orden del Ayuntamiento de evacuar el Museo y la Academia del antiguo convento de los franciscanos, donde estaban ubicados, para derribar el inmueble y edificar un nuevo edificio para ambas instituciones. La obra comenzó más de un año después del aviso y se culminó durante la II Reoública. Las actividades de la Academia, sin apoyo presupuestario desde la dictadura de Primo de Rivera hasta los inicios de la de Franco, estuvieron colapsadas hasta mediados de los años cuarenta, con lo que durante más de veinte años (prácticamente todo el periodo presidencial de Tarquis) fue imposible que desarrollara sus tareas. Debió Tarquis tener preparado el ingreso de nuevos académicos ya en 1947, pero le sorprendió la muerte a principios del año siguiente y tal evento, sin duda preparado por él, se llevó a efecto tras tomar posesión su sucesor.

Le sucedió su consiliario 1º Arturo López de Vergara y Albertos (presidente desde 1948 hasta enero de 1956, en que falleció), reputado artista y profesor de dibujo, cuyo refrendo como presidente de la corporación nunca llegó de Madrid. El inicio de su presidencia coincide con la primera renovación de la Corporación desde 1924, pues en 1948, a los pocos días de fallecer su antecesor Eduardo Tarquis, fueron nombrados y entraron en la RACBA tres nuevos académicos, lo cual fue antesala de unos deseos de renovación (siempre frenados por la política) en los que estuvieron muy empeñados tanto López de Vergara como sus sucesores Ángel Romero y Pedro Suárez. Fue don Arturo una personalidad muy respetada y generosa, que legó al Museo su gran colección de antigüedades (especialmente armas, muebles y monedas), que hoy se exhibe en una sala lateral del edificio que alberga al Museo Provincial de Bellas Artes. No obtuvo el favor de la política, y su presidencia se caracterizó por tiempos de organización y reajuste en la sede.

Tras el fallecimiento de López de Vergara asumió la presidencia de pleno derecho y durante siete años (de 1956 a 1963) un académico muy veterano: el notable pintor de origen gaditano Ángel Romero Mateos. Éste se había formado en la Academia de San Fernando y fue además discípulo del pintor Joaquín Sorolla. Huelga recordar que Romero fue un pintor importante, y además impulsor con su padre en Tenerife de la empresa litográfica de su apellido. De su época como presidente de la RACBA sabemos poco al no haber podido acceder a la documentación de esa época, cuyas actas están extraviadas, pero a través de algunos documentos sueltos sabemos que, tras asumir la presidencia, Romero quiso cubrir varias vacantes de la Academia, especialmente las de música, sin lograr autorización gubernativa para todos los individuos propuestos. Consiguió finalmente que entraran cinco miembros nuevos, de diferentes especialidades, en 1957 (véase “Académicos desde 1850”). Durante su presidencia logró del Gobierno central la redenominación de la ‘Academia Provincial’ (nombre anterior a la división de la provincia) ya como “Real Academia de Bellas Artes” para las Islas Canarias. Ángel Romero falleció casi nonagenario en 1963, y consta en el artículo necrológico que le dedicó la prensa que fue un notable presidente de la RACBA, “por cuyo desarrollo y actividades siempre mostró una gran preocupación”. Le sucedería como presidente de la corporación el profesor Pedro Suárez Hernández, cuya labor se documentará en el capítulo siguiente.

Durante las dictaduras de Primo de Rivera y la II República, volvió a vivir la Academia una etapa gris, siendo poco considerada como órgano consultivo por los gobiernos centrales y por las corporaciones locales. Las Academias locales, provinciales o regionales externas a Madrid pasaron luego a ser coordinadas por el Instituto de España, recién creado por el Gobierno Provisional de Franco desde Burgos en 1937/38, instituto que las vigilaría políticamente y de las que extraía sólo de las de Madrid un número de miembros para su directiva y para Diputados en Cortes. La de Canarias se adscribió al Instituto de España en 1952, en tiempos del presidente López de Vergara. Más tarde, la forzada separación de nuestra Academia de la Escuela de Bellas Artes santacrucera acentuó su aislamiento y atonía. Recordemos que sólo las más antiguas Academias de Bellas Artes auspiciadas desde el siglo XVIII por Felipe V y Carlos III, como la de San Fernando de Madrid, y algunas de las de primera clase fundadas por Isabel II, como la de San Carlos de Valencia, la de Sant Jordi de Barcelona y la de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, mantuvieron cierta notabilidad en esta etapa, siendo bastante después de la Guerra Civil cuando todas pasaron a denominarse “Reales” (antes eran meras “Academias Provinciales de Bellas Artes”) y a asumir santidades patrocinadoras.

Tercera etapa: 1963 – 2000

El presidente Pedro Suárez Hernández (de 1963 a 1982) había estado vinculado a la RACBA desde el 12 de mayo de 1948, año en que fue nombrado numerario para cubrir una plaza de la sección de arquitectura, pues era profesor de dibujo técnico. En 1956, al asumir la presidencia Ángel Romero, pasó a ocupar el cargo de consiliario 1º en la Junta de Gobierno, que es tanto como decir vicepresidente. Era por entonces director de la Escuela de Artes y Oficios y de la Superior de Bellas Artes. Al fallecer Romero en 1963 asume interinamente la presidencia de la RACBA, siendo confirmado como tal desde Madrid bastantes meses después, y desempeñando tal cargo durante casi veinte años. De sus primeros nueve años al frente de la Academia sabemos aún pocos detalles. Tuvo en el transcurrir del tiempo notables Académicos a su lado, y era el más veterano Pedro Tarquis Rodríguez que, siendo mayor que él, le sobrevivió, pues falleció en 1986 a punto de cumplir los cien años de edad, y también tuvo el apoyo del profesor Miguel Tarquis y del pintor González Suárez, intelectuales proclives a la innovación. Este empeño renovador se puso de manifiesto inmediatamente de ser confirmado como presidente, al nombrar como nuevos Académicos a finales d el mismo año 63 a Pedro González y a Antonio Vizcaya Cárpenter, quienes habían sido fundadores con Miguel Tarquis y otros creadores, en el otoño de ese mismo año, del grupo innovador “Nuestro Arte”. La primera exposición se celebró en el Museo Municipal, sede de la Real Academia.

En aquellos momentos no pudo Suárez hacer mucho más, salvo que nueva documentación nos revele lo contrario, pues sólo fue al llegar la década de los setenta del pasado siglo XX cuando se dieron las condiciones para darle un nuevo impulso renovador a la Real Academia Canaria. En 1972, habiendo ya muchos sillones vacantes (sólo había 7 Numerarios y 13 sillones vacíos) y siendo la política gubernamental menos restrictiva en cuanto a las ideas de las personas, inició el presidente una segunda remodelación importante, incluyendo a algunas personas de talante progresista, como el crítico de arte y periodista Eliseo Izquierdo. Entraron también entonces la profesora de canto Dolores Trujillo de Gorostiza, el compositor Manuel Bonnín Guerín y el escultor Francisco Borges Salas, preterido tras su regreso del exilio. 1973: discurso de Eliseo Izquierdo ante la Academia. Sentados detrás, de izquierda a derecha: Pedro Tarquis Rguez, Vizcaya Cárpenter, Martín González, Manuel Bonnín y Pedro González.Eliseo Izquierdo Pérez asumió de inmediato el cargo de Secretario General de la Academia y se convertiría en el verdadero motor que propició con el tiempo la renovación y ampliación definitiva de la corporación.

A continuación nombró también Suárez a los primeros Académicos de Honor de esta etapa: el catedrático tinerfeño de la Universidad Central Jesús Hernández Perera, y el pianista, gran gestor musical y antiguo presidente del Cabildo de Tenerife Antonio Lecuona Hardisson. Suárez había intuido seguramente que en la nueva era democrática que sin duda se avecinaba, la Academia podría afirmarse y ganar en pujanza, así que se rodeó de un buen equipo que fuera capaz de dinamizar la actividad académica con una notable proyección social, en base a cursos, conciertos, exposiciones, conferencias, etc. Contratiempos familiares entre los hombres de su entorno, unidos a su desvinculación de la Escuela de Bellas Artes y luego a su grave quiebra de salud, frenaron en la segunda mitad de los setenta el impulso renovador iniciado. El presidente Suárez Hernández falleció el 13 de diciembre de 1982 tras varios años de postración, quedando la presidencia de la RACBA vacante hasta comienzos del año siguiente.

El pintor Pedro González González (presidente desde 1983 hasta 1999) asumiría la presidencia de la RACBA tras el óbito de Pedro Suárez. Bajo su mandato y con la gestión del secretario Eliseo Izquierdo se reactiva la etapa renovadora, en la que se abre la Academia a nuevos miembros de número del resto del Archipiélago. Fueron de esta manera invitados a entrar en ella los pintores grancanarios Rafael Monzón Grau-Bassas, Felo Monzón, y Jesús González Arencibia, Jesús Arencibia, e ingresó la musicóloga y profesora de canto Dolores de la Torre Champsaur, Lola de la Torre, y como correspondientes, la artista polaca residente en Tenerife María Victoria Penfold, Vicki Penfold, y el delegado de Bellas Artes de Gran Canaria José Miguel Alzola González. Lothar Siemens Hernández, nombrado también entonces, ingresó como Numerario en 1984, presentado por Lola de la Torre, para integrarse con ésta en la sección de música, donde figuraban dos Académicos muy mayores: los compositores Agustín León Villaverde y Manuel Bonnín Guerín. Y en 1985 se completó, por primera vez desde 1913, la sección de música, con el ingreso de la musicóloga Rosario Álvarez Martínez. Y al mismo tiempo, mediante otros nombramientos, quedó la Real Academia cubierta en todas sus plazas. Pero hasta el fin del siglo XX no dejaron de producirse fallecimientos de Académicos, casi todos los años uno, con lo que la elección de nuevos miembros para mantener la Corporación al completo fue incesante.

De esa manera, durante esta nueva etapa de la era democrática se incorporaron también desde 1983 grandes colaboradores de la directiva, como el arquitecto Sebastián Matías Delgado (eficaz y dedicado Secretario al comienzos de la etapa siguiente), la catedrática de Historia del Arte Carmen Fraga, la profesora y directora de coros Carmen Cruz Simó (por deceso de León Villaverde), el escultor Manuel Bethencourt Santana, el pintor Manuel Martín González, el crítico Domingo Pérez Minik, y más tarde la escultora María Belén Morales, los pintores Gonzalo González y Manuel Martín Bethencourt, etc. Al fallecer el pintor Felo Monzón, fue electo para numerario Baudilio Miró Mainou, quien falleció al poco tiempo sin realizar su ingreso. Pero sí lo realizaron el pintor Jesús G. Arencibia (con una magna exposición, la última de su vida) y el arquitecto Salvador Fábregas, ambos residentes en Gran Canaria. El acto de entrada de Fábregas, cuya ‘laudatio’ corrió a cargo del profesor Hernández Perera, fue uno de los más brillantes que se recuerdan, y a todo ello estuvieron entonces presentes en la Academia los arquitectos tinerfeños electos Javier Díaz-Llanos y Vicente Saavedra Martínez, quienes colaboraron siempre con gran entusiasmo, si bien sólo realizaron su acto oficial de ingreso varios años después.

Lo cierto es que, por primera vez desde 1913, en el año 1985 la RACBA logró cubrir todos los sillones de Numerarios, configurándose una estructura académica potente y dinámica. Este logro de González e Izquierdo tuvo el decidido apoyo del presidente autonómico Jerónimo Saavedra Acevedo, cuya personalidad cultural ha sido determinante desde la política en muchos aspectos. Pero no es menos cierto que durante la mayor parte de los años en que Pedro González fue presidente, la Real Academia no tuvo sede. Realizaba sus reuniones en diversos lugares prestados o pagados, como los casinos de Santa Cruz y La Laguna, o en varios restaurantes del entorno de dichas ciudades reservados al efecto, y la documentación obraba en casa del Secretario. Los actos institucionales solían efectuarse con toda solemnidad en el salón de plenos del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en el lagunero Instituto Cabrera Pinto, etc, y los culturales (conferencias, conciertos, cursos) dinamizados principalmente por Rosario Álvarez desde 1985, en los foros más diversos de Santa Cruz y La Laguna. No menos importantes fueron las exposiciones de arte en diversas salas, la mayoría vinculadas a ingresos de artistas en la Academia, organizadas por el secretario Eliseo Izquierdo.

El colofón de la etapa de Pedro González como presidente estuvo determinado por tres grandes hitos: 1º, la concesión por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife al mediar los años noventa de un amplio espacio en los altos del antiguo edificio de las Asuncionistas en el Parque Viera y Clavijo, un gran salón de tortuoso acceso donde se instaló con bastante dignidad la sede de la Real Academia; 2º, la primera reunión de Reales Academias de Bellas Artes de España en la capital tinerfeña, convocada por la de Canarias (y de la que más abajo se hablará), y 3º, el inicio de una reforma encaminada a actualizar los Estatutos, todo ello liderado siempre con gran eficacia por el “Secretario Perpetuo” Eliseo Izquierdo, quien culminaría dicha reforma tras la dimisión en el otoño de 1999 de Pedro González. Tomó la presidencia interina entonces, hasta la celebración de la correspondiente elección para nuevo presidente, la consiliaria 1ª Rosario Álvarez, durante más de un año.

I Congreso de Academias: 1999

Fue el entonces secretario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, Eliseo Izquierdo, quien, junto con el arquitecto numerario Sebastián-Matías Delgado Campos y en contacto con destacados académicos de otras instituciones similares de España, lanzó la iniciativa de celebrar en Tenerife, convocado por la Real Academia Canaria, un primer encuentro de todas las Reales Academias de Bellas Artes españolas para reflexionar sobre su operatividad y su adaptación a los tiempos actuales y futuros. No existía hasta entonces un contacto entre las Academias, ni se sabía bien desde la distancia las que había y lo que hacían. La convocatoria fue un éxito, contó con importantes apoyos institucionales, y se celebró en Santa Cruz de Tenerife en 1999, a los 150 años del decreto fundacional de varias Academias por Isabel II, publicándose por nuestra institución un libro bellamente editado que recoge todo lo que allí se trató. Se determinó entonces que se volvieran a reunir las Academias cada dos años, y así ha sido, celebrándose nuevos encuentros posteriormente en Valencia, en Barcelona, en Sevilla y en 2009 en Madrid.

Aparte de lo conveniente que resultó esta feliz iniciativa de la corporación canaria, es de destacar que no todo se limitó a meros análisis sobre el devenir y el estado actual de las Academias de Bellas Artes, comparación entre unas y otras que sugieren un intercambio de ideas, iniciativas y mejoras muy notable, sino que la RACBA impulsó un documento de trabajo para el futuro, sobre el que se ha venido operando: la llamada “Carta de Tenerife”. Esta carta define en su primera parte los objetivos primordiales de las Reales Academias de Bellas Artes en los tiempos actuales, para luego plasmar seis acuerdos fundamentales, cuya ejecución ayudará al progreso común de dichas corporaciones de cara al siglo XXI. El aludido libro publicado por la RACBA no sólo recoge lo tratado en este congreso, sino el texto completo de dicha “Carta”, un manifiesto sin duda histórico.

Cuarta etapa: siglo XXI

Pedro González dimitió en noviembre de 1999, tras 16 años como presidente, ocupando la presidencia en funciones, hasta culminar la reforma estatutaria y convocar la elección al cargo por el plenario, la consiliaria 1ª Rosario Álvarez Martínez durante más de un año: hasta el 10 de enero de 2001, en que, convocado el pleno de la corporación, fue elegido para sustituir a González el crítico de arte y periodista Eliseo Izquierdo Pérez (presidente desde 2001 hasta 2008 y en funciones durante los dos primeros meses de 2009). Izquierdo había sido el antiguo Secretario Perpetuo de la institución y una personalidad de la cultura que hundía sus raíces académicas en la etapa de Pedro Suárez, como hemos dicho. Se habían renovado entonces, en el año 2000, los estatutos (de lo cual fue Izquierdo uno de los principales artífices) para adaptarlos a las nuevas exigencias de los tiempos y de las circunstancias, acrecentándose la cantidad de Académicos de Número a 28 (a razón de 7 por especialidad, en vez de 5), y creándose una clase de Académicos Supernumerarios para aquellos Numerarios que sobrepasaran los 75 años de edad. Éstos quedaron eximidos de las obligaciones estatutarias de asistencias mínimas y participación en actos públicos etc, pero manteniendo todos sus derechos de presencia voluntaria con voz y voto, e incluso la facultad de ocupar cargos de responsabilidad en la institución si se les pidiese. De esta forma, al quedar vacantes sus plazas numerarias, se posibilitaba una renovación rejuvenecedora de la Academia. En esta situación de Supernumerarios se encontraban ya en 2002, por ejemplo, el prestigioso arquitecto tinerfeño Tomás Machado (fallecido en 2003) o el músico y humanista palmero Luis Cobiella Cuevas (fallecido en 2013).

La Academia, como queda dicho, renovó y sancionó sus nuevos estatutos durante el año 2000. Es, por ley, como Corporación de Derecho Público, un órgano consultivo oficial, y como tal figura entre los consultores natos en la Ley de Patrimonio Histórico-Artístico de Canarias, y mantiene también un convenio de colaboración con el Cabildo de Tenerife y con diversos Ayuntamientos. Sus nombramientos son comunicados al Presidente del Gobierno de Canarias y publicados en el Boletín Oficial de la Comunidad Autónoma. En este sentido, sus renovados estatutos de 2000 fueron visados por la Consejería de Educación del Gobierno Canario y debidamente publicados en el BOCA el 8 de diciembre de 2000.

El cuerpo académico vincula muy directamente a los Correspondientes, que son académicos que no necesariamente residen en Canarias (es preceptivo que los Numerarios residan en el Archipiélago y puedan asistir a las reuniones académicas). Entre ellos, además de los grancanarios más atrás mencionados, figuraban al iniciarse el siglo XXI Cristino de Vera, Guillermo González, Vicki Penfold, Pedro Navascués, Antonio de la Banda, Juan José Martín González, Graciano Gasparini, Agustín León Ara, Enrique Nuere, Eduardo Chillida, Ismael Fernández de la Cuesta, Tomás Marco y muchos otros.

A la pujante actividad que desplegaron Eliseo Izquierdo como presidente, Rosario Álvarez como vicepresidenta y Sebastián-Matías Delgado Campos como secretario en el primer cuatrienio del nuevo milenio puso fin un contratiempo imprevisible. Ya en 2002 hubo un temporal de lluvias que puso de manifiesto la endeblez de la cubierta que cobijaba las dependencias de la Real Academia. Pero fue el huracán “Delta” de 2004 el que causó verdaderos estragos en la sede de la corporación, pues dañó la techumbre, lo que dio lugar posteriormente a una devastadora inundación, a consecuencia de la cual varias pertenencias (afortunadamente no las artísticas) se perdieron o resultaron gravemente dañadas. Se clausuró el edificio y, después de más de tres años sin sede, le fue asignada a la Academia un nuevo espacio donde hoy se ubica, en el antiguo instituto pedagógico de artes (donde ya había estado muchos años antes, bajo la presidencia de Pedro Suárez), obra del también antiguo académico arquitecto del siglo XIX Manuel de Oraa, sito en la Plaza de Ireneo González nº 1 de Santa Cruz de Tenerife, nueva sede que se inauguró a principios de 2008. El acondicionamiento inicial de los nuevos locales se pudo llevar a buen término gracias al apoyo de la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y de CajaCanarias. En el resto de este año desplegó la Real Academia una gran actividad, realizando numerosos actos de ingreso pendientes, conferencias, conciertos, cursos, etc.

Lograda al fin una sede estable, aunque todavía insuficiente para el desarrollo de todas las actividades académicas, se dio entonces un nuevo paso importante con la publicación del número I de los ‘ANALES’ de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, correspondiente al año 2008, una aspiración que había mantenido Izquierdo a lo largo de muchos años sin que, en los sucesivos intentos, llegara a cristalizar, fundamentalmente por falta de apoyos económicos. Su edición fue inicialmente posible gracias a la Consejería de Educación, Universidades y Cultura del Gobierno Autónomo, al Cabildo de Tenerife, a la Obra Social y Cultural de CajaCanarias y posteriormente también al Parlamento de Canarias. El primer número, profusamente ilustrado, marcó la pauta y abrió camino en el siguiente periodo presidencial a un nuevo volumen en cada año sucesivo, donde se recogen la crónica académica y los discursos y contestaciones generados en dicho periodo, así como los actos, eventos, artículos de investigación, etc. (Véase la pestaña ‘Revista ANALES‘ en esta página web, donde también se editan los volúmenes en formato digital).

De acuerdo con los plazos establecidos en los estatutos de 2000, el segundo mandato presidencial de Eliseo Izquierdo, que había sido reelegido a finales de 2004 por un segundo y último cuatrienio, se agotó al finalizar 2008, convocándose elecciones para un nuevo presidente. La persona elegida para ello el 12 de marzo de 2009, por cuatro años que expirarían el 31 de diciembre de 2012, fue la catedrática de Historia de la Música de la Universidad de La Laguna Dra. Rosario Álvarez Martínez, quien leyó tras su elección un discurso programático de ambición renovadora. Ya siendo vicepresidenta, en el segundo cuatrienio de Eliseo Izquierdo contribuyó a que se dinamizara el ingreso de Académicos en las vacantes pendientes, con lo que entre 2008 y 2009 ingresaron casi todos los electos que estaban pendientes de realizar su acto institucional.

Al asumir la presidencia, Rosario Álvarez y su nueva directiva propusieron al plenario una mejora de ciertos puntos de los estatutos vigentes y se nombró una comisión, por ella presidida e integrada además por Lothar Siemens y Conrado Álvarez, la cual realizó la tarea y elaboró siete reglamentos adicionales, todo ello visto y aprobado por los Académicos en la sesión plenaria del 22 de septiembre de 2009 y confirmado el 12 de enero de 2010. En los nuevos estatutos se prevé el aumento de un académico más por sección (8 Numerarios en cada una) y la creación de una sección nueva, también con ocho Académicos de Número: la de “Cine, Fotografía y Creación Digital”. A finales de 2009 ya se había efectuado el nombramiento de los últimos académicos que cubren las 28 plazas previstas en los estatutos del año 2000. Con el octavo miembro para cada sección y la creación de la 5ª especialidad, la Corporación académica canaria constará en el futuro de cuarenta Numerarios. Este aumento, no obstante, sería activado poco a poco, cuando el Plenario lo fuera estimando por más conveniente de acuerdo con las posibilidades económicas y de espacio físico de la RACBA.

Al disponerse ya de una sede más operativa, con su salón de plenarios que hace también las veces de salón de actos con cabida para unos 70 espectadores, las actividades de la Academia se dinamizaron notablemente a partir de 2010, con cursos, seminarios, conciertos, coloquios, conferencias, presentaciones de libros de arte, etc. En dicho año recibió y adecuó la RACBA uno de los salones delanteros del edificio, que se inauguró a finales de año con la exposición permanente de instrumentos históricos donada por el numerario Conrado Álvarez y la de pinturas antiguas de la RACBA, incluyendo diez grandes cuadros del académico del siglo XIX Gumersindo Robayna Lasso, cedidas a la corporación en régimen de comodato. En 2011 recibió además la Academia un nuevo gran salón con dos cuartos al fondo, en los se instaló el almacén de publicaciones. Dichas dependencias, a espaldas del salón de plenos, presentaban un aspecto ruinoso lamentable, y con el esfuerzo personal de la Presidenta fue remozado y arreglado convenientemente, albergando al presente el salón una exposición de esculturas y pinturas de los artistas contemporáneos de Canarias, mayoritariamente vinculados a la RACBA.

De destacar es la condición de Agentes de la Administración General del Estado que, para la ejecución de lo dispuesto en la Ley 14/2011 de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de 1º de junio, se le confiere en la disposición adicional 14ª a las Reales Academias adscritas y vinculadas al Instituto de España, como lo es la RACBA. Asimismo, de gran trascendencia fue la elaboración de una Ley para amparar las Reales Academias Canarias y las que se creen en el futuro, elaborada por expertos y presentada al Parlamento de Canarias por la presidenta Álvarez en 2011, que finalmente aprobada por el Parlamento de Canarias en octubre de 2012 y publicada como LEY 5/2012 de 25 de octubre en el BOC nº 216 el lunes 5 de noviembre de dicho año, y el 20 de ese mismo mes, en el BOE nº 279. Esta herramienta legal, que ha sido respaldada y votada unánimenente por todos los grupos políticos del parlamento canario, tiene por objeto dar a nuestras Academias la correcta acogida legal de que carecían en Canarias al no haberse previsto ello por el Gobierno Autónomo cuando fueron transferidas las Reales Academias canarias desde Madrid a las Islas, con otras muchas competencias, mediante la Ley llamada LOTRACA.

En el marco de estas relaciones institucionales, hay que reseñar el regalo y entrega de banderas por el Parlamento de Canarias a la RACBA, acto público solemnizado el 14 de mayo de 2012 en nuestra sede. Acudió a nuestra corporación el presidente del Parlamento, don Antonio Castro Cordobez, junto con sus dos vicepresidentes, y en presencia del alcalde de Santa Cruz de Tenerife Sr. Bermúdez le hizo entrega a la corporación de las banderas de España, de Canarias y de la propia RACBA, que servirán para enaltecer la presidencia de todos nuestros actos institucionales.

El primer cuatrienio presidencial de Rosario Álvarez culminó con la activación de la octava plaza de numerario para cada sección académica, así como con la creación de la nueva sección de “Cine, fotografía y creación digital”. La Academia recibió nuevas donaciones, entre las cuales destacan dos sargas de Gumersindo Robayna donadas por sus descendientes, y la instalación en la nueva Sala II de la colección de arte que perteneció al matrimonio de don Jesús Hernández Perera y doña María Josefa Cordero, quien fue nombrada ‘Protectora de la RACBA’ en 2011 y falleció al año siguiente.

El 14 de febrero de 2013 se celebró un plenario solemne en el que fue reelegida como presidenta por unanimidad, para un segundo cuatrienio (2013-2016), Rosario Álvarez Martínez, quien pidió a la corporación el refrendo (que obtuvo) para una junta de gobierno con tres nuevas incorporaciones y un proyecto de actuación continuista, en la medida en que se proponía culminar las tareas de consolidación institucional emprendidas en su primer mandato. En este sentido, y sin perjuicio de las actividades académicas normales, tramita la formalización de los estatutos reformados con la Consejería de la Presidencia del Gobierno de Canarias (cuya publicación oficial figura por fin en el Nº 56 del BOCA de 23 de marzo de 2015) y emprende diversos convenios de colaboración, entre los que cabe destacar el pactado con la Fundación de CajaCanarias, o el cerrado con el Parlamento de Canarias para el asesoramiento a la Cámara por la Academia en temas de patrimonio y cultura, suscrito éste el 23 de julio de 2013. Este año le fue otorgada a la RACBA la Medalla de Oro de Santa Crzuz de Tenerife por el Ayuntamiento capitalino, cuya entrega se solemnizó en acto público solemne ya entrado 2014. Las “Crónicas Académicas” que se publican cada año al inicio de la revista ‘ANALES’ de la RACBA recogen pormenorizadamente el acontecer de la corporación, sus actos, nombramientos, distinciones a terceros, etc.

Proyección a otras islas

Como puede verse, ya en la etapa de Pedro González ingresaron varios Académicos de otras islas, y también varias mujeres Académicas, encabezadas primero por la profesora de canto Dolores Trujillo de Gorostiza y luego por la también profesora de canto y musicóloga Lola de la Torre Champsaur, que además fue en esta etapa del presidente González uno de los cuatro primeros miembros numerarios de otra isla (Gran Canaria), y por tanto no residente en Tenerife. Los otros tres de Gran Canaria, elegidos en el bloque de nuevos académicos de 1983, fueron Monzón, Fábregas y Siemens.

El primer desplazamiento del plenario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes a otra isla fue en 1993, para solemnizar en el Teatro Chico de Santa Cruz de La Palma la recepción del Académico de Número Luis Cobiella Cuevas (en la sección de música, por deceso de Manuel Bonnín). Poco después lo haría a Fuerteventura, para el acto público de incorporación del correspondiente en aquella Isla Francisco Navarro Artiles, y repetiría viaje a esta isla en 2015 para la incorporación del pintor y escultor Antonio Alonso-Patallo. En 2002 compareció por vez primera la corporación en Las Palmas de Gran Canaria invitada por el Ayuntamiento de esta ciudad, para solemnizar la recepción como numerario del compositor Juan José Falcón Sanabria en la sala de cámara del Auditorio Alfredo Kraus. En 2004 volvió a desplazarse el plenario de la Academia a Gran Canaria por dos veces, para recibir a los nuevos numerarios Juan José Gil (pintura, en el Gabinete Literario) y José Luis Jiménez Saavedra (arquitectura, en el Paraninfo de la ULPGC). Posteriormente lo ha hecho muchas veces más, especialmente a Gran Canaria, tras haer suscrito un convenio de colaboración con el Gabinete Literario de Las Palmas; actos en los que realizaron su ceremonia de ingreso personalidades como García Alcalde, los escultores Giraldo, Emperador y González Muñoz, el pintor y arquitecto Félix Juan Bordes, la compositora Laura Vega, el arquitecto José Antonio Sosa y Díaz-Saavedra, etc. Incluso ha realizado la RACBA actos oficiales académicos en algunas poblaciones insulares no capitalinas, destacando, por ejemplo, el gran acto en el Ayuntamiento de la Villa de La Orotava en marzo de 2013, conmemorativo del CCXXV aniversario del nacimiento del escultor y antiguo académico de nuestra corporación Fernando Estévez.

Como correspondientes de Gran Canaria, tras José Miguel Alzola González, fueron nombrados paulatinamente Juan Hidalgo, Pedro Espinosa, Rafael Ramos, Matías Díaz Padrón, Juan Bordes, Carlos Cruz de Castro, Fernando Bautista Vizcaíno, Ángeles Alemán Gómez, Pepe Dámaso, Julio Sánchez Rodríguez, Yolanda Auyanet, Juan Ramón Gómez-Pamo y Guerra del Río, Juan Manuel Marrero, Juan Manuel Ruiz y Juan Guerra, entre otros. Hoy tiene la Real Academia miembros numerarios y correspondientes en todas las Islas, excepto en la de El Hierro, concretamente: de La Palma, además de Luis Cobiella y Maribel Nazco (numerarios), figuran Manuel Poggio Capote y Mª Victoria Hernández Pérez (correspondientes); de La Gomera, Luis Alberto Hernández Plasencia y José Román Mora Novaro (correspondientes); de Lanzarote, el numerario Ildefonso Aguilar de la Rua y los correspondientes Antonio-Félix Martín Hormiga y Benigno Díaz Rodríguez; de Fuerteventura, Rosario Cerdeña Ruiz (correspondiente). Hay además un considerable número de Correspondientes en la Península y en otros lugares de Europa y América.

Habiendo crecido considerablemente (por encima de veinte) el número de académicos en Gran Canaria, éstos comenzaron a reunirse en el Museo Canario, convocados por el vicepresidente Manuel González Muñoz, los primero lunes de cada mes desde 2014 y a organizar actos de presencia académica en dicha isla, como el ciclo de seis conferencias conmemorativo del IV centenario de la muerte de El Greco realizado con gran asistencia de público en Las Palmas y luego en Tenerife en el otoño de 2014.

Académicos de honor

En tiempos de la presidencia de Pedro Suárez Hernández, según apuntamos más atrás, fueron nombrados como Académicos de Honor el catedrático de Historia del Arte Jesús Hernández Perera y el pianista y expresidente del Cabildo de Tenerife Antonio Lecuona Hardisson. Y bajo la presidencia de Pedro González fue distinguido con tal categoría el tenor grancanario Alfredo Kraus Trujillo, quien solemnizó su entrada en la Academia con un recital en el salón noble del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife (véase foto adjunta). Tras la renuncia de González y ya durante la presidencia de Eliseo Izquierdo, habiendo fallecido los tres Academicos de Honor mencionados, se otorgó esta máxima categoría al escultor Martín Chirino López, a la cantante María Orán Cury, al expresidente de la Academia Pedro González González y, posteriormente, en 2004, al pintor Cristino de Vera y a la escritora, ensayista y crítica María Rosa Alonso.

Tanto María Orán como Cristino de Vera respondieron al honor recibido (al igual que lo hiciera Kraus) con sendos actos: la primera con un inolvidable recital de canciones de cámara en el auditorio de la sede central de CajaCanarias, y el segundo con una enjundiosa alocución en el salón noble del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en 2005. En octubre de 2011, ya bajo la presidencia de Rosario Álvarez, habiendo fallecido a principios de este año la ensayista María Rosa Alonso, determinó el plenario nombrar Académico de Honor, en virtud de la encomiable labor desarrollada en favor de la consolidación de la Academia, al periodista, crítico de arte y expresidente de la misma Eliseo Izquierdo Pérez. A éste se sumó en 2013 la personalidad de Carlos Millán Hernández-Egea, gran colaborador de la corporación y sensible ensayista en temas de arte. Tras el repentino fallecimiento del musicólogo y compositor Lothar Siemens Hernández, fue nombrado Académico de Honor a título póstumo. De esta manera, esta Academia distinguía a uno de sus incansables colaboradores, figura principal del ámbito artístico de Canarias.

Bajo la presidencia de Carlos de Millán Hernández-Egea fue nombrada Académica de Honor en 2017, la académica y musicóloga Rosario Álvarez Martínez, debido a su dilatada trayectoria profesional, y especialmente, por su grandísima labor en favor del desarrollo y expansión de la Academia. Dos años después, en 2019, fue nombrado el compositor, periodista y musicólogo Guillermo García Alcalde, gran colaborador de esta Corporación y divulgador e impulsor de innumerables iniciativas artísticas de nuestras islas. Ese mismo año se distinguió a Jerónimo Saavedra Acevedo, sensible promotor de la cultura en Canarias.

En el siglo XIX, los Académicos Honorarios se limitaban a recibir tal nombramiento en señal de reconocimiento de la Real Academia y permanecían generalmente ajenos a la misma. Eran como Correspondientes destacados. Pero en los novísimos estatutos de la Corporación (2009/10), en su artículo 29, se les atribuyen ya derechos que antes no tenían aquellos ni los nombrados en el siglo XX, como la facultad de participar con voz y voto cuando asistan a los plenarios, al igual que los supernumerarios. Esta fue una demanda de Martín Chirino y María Orán, petición que fue recogida y votada positivamente por el Plenario en 2009, por unanimidad.

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