Sobre los estragos patrimoniales por inundaciones en Santa Cruz de Tenerife

El gran aluvión que sufrió Santa Cruz de Tenerife el 31 de marzo de 2002 causó enormes estragos personales y urbanos, lamentablemente, y también patrimoniales, pues en aquella ocasión varios monumentos e iglesias, especialmente La Iglesia de la Concepción inundada (1/2/2010). la emblemática de la Concepción, sufrieron los daños de una inundación impresionante. El hecho se volvió a repetir con igual crudeza el 1 de febrero de 2010, y nuevamente se vivió aquel lamentable espectáculo en la Concepción de Santa Cruz: imágenes y bancos flotando, frontales de altar y enseres litúrgicos dañados, los documentos y libros situados en los estantes bajos del archivo mojados y en serio riesgo de pérdida irreparable, etc. Al retirarse las aguas, el pavimento quedó cubierto por una espesa capa de lodos, teniendo que cerrarse por un tiempo el templo al culto para su reparación, presentando un aspecto lamentable, con parapetos ante sus puertas formados con sacos terreros, como si se tratara de un estado de guerra, para tratar de evitar que la situación se reprodujera si continuaba lloviendo en aquellos días.

La sección de arquitectura de la RACBA redactó un escrito que pasó ante el plenario de la Academia y fue enviado a cuatro organismos que deben necesariamente ponerse de acuerdo para tomar las medidas necesarias que eviten que esta tremenda situación se vuelva a repetir: al Ayuntamiento de Santa Cruz, al Cabildo de Tenerife, al Gobierno Autónomo de Canarias, y al Obispado de la diócesis.

La antigua gran iglesia matriz de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz no sólo es arquitectónicamente un monumento singular y emblemático que debe ser preservado, sino que encierra una riqueza patrimonial de enorme interés cultural, insustituible. En este sentido, casi cuatro hojas del escrito de nuestros arquitectos abundan en resaltar la importancia cultural de continente y contenido. La última hoja es una moción donde se habla de negligencias e irresponsabilidades, especialmente debido a intervenciones urbanísticas inadecuadas que hacen que, actualmente, las aguas de lluvia que discurren por varias calles (La Noria, Vera del Barranco y Santo Domingo) afluyan directamente, aportando materiales de arrastre, hacia el citado templo. Esto se agrava con el desbordamiento del Barranco de Santos, que lejos de estar preparado para “la avenida de los 500 años” como debería ser preceptivo, ha visto estrechado temerariamente su Puente del Cabo, así como disminuido en altura su vaso por empedrado de su lecho y por los depósitos provocados con las ganancias de suelo al mar.

La RACBA, a tenor del informe de su Sección de Arquitectura, ya oficialmente tramitada, abona la petición de que, cuanto antes, se promueva la realización del necesario estudio del problema, que es fundamentalmente técnico, para su definitiva resolución. De no hacerse, un nuevo temporal de lluvias volverá a producir sin duda el mismo efecto: un descalabro que debe evitarse poniéndose todas las instituciones de acuerdo para acometer sin demora las modificaciones necesarias, con el fin de que las aguas que discurren lo hagan por el barranco y lleguen al mar con desahogo.

 

 



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