01 octubre, 2012
Gianfranco Foschino: El silencio del ladrón.
Rambla General Franco, 86
Santa Cruz de Tenerife
Fecha: Septiembre-Octubre 2012
http://www.leyendecker.net/#
Horario: 10: 00h a 14:00h – 16.00h. – 19.00h.
El Veermer de Chile* encaja cinco historias de la rutina. Gianfranco Foschino, con un discurso fuertemente afianzado y claramente comunicativo, permite recorrer los senderos del video-arte dejando atrás el movimiento de la cámara. El halo místico que se crea en la Galería Leyendecker acentúa la necesidad de contemplación del vídeo, convertido en un encuadre perfecto enmarcado en cajas lumínicas. Cada obra relata la sagrada vida, el preciso instante que el artista escogió tras una larga grabación. De ese intervalo de tiempo, surgen los momentos que representan el acotamiento del cotidiano social y la ajena impasibilidad de la naturaleza. Su obra, relatada en el espacio galerístico, se compone de la multiplicidad de aspectos y de la diversidad de la mirada.
Su formación en cine, se establece como base estratégica de su obra, en la que la imagen y el movimiento se presentan desde una lectura y una contemplación marcada por la conexión con la obra fílmica del cine mudo, la influencia del cine de vanguardia, o las películas de Warhol en sus largas tomas y en sus planos fijos. Foschino incentiva la necesidad de los instantes y provoca la evidente profundización en el tiempo. Así, la figura de Abbas Kiarostami, también se presenta como un cruce palpable en su obra. En 1992 el director iraní creó “Life, and nothing more…”. El titulo de este film podría aplicarse a la intención de Foschino, que no es otra, que la de captar la vida y escoger el momento focal predilecto. Ya lo decía Kiarostami cuando concibe la propia obra cinematográfica como una constante búsqueda del encuadre, en todo aquello que ve y que es susceptible de convertirse en una pintura. La captación paciente en Foschino, está marcada por la capacidad de observar la rutina social y la naturaleza de los rincones de Chile.
De cinco a trece minutos, la mirada se queda anclada en un intervalo. Por un momento parece una fotografía, por unos segundos una pintura, de repente un movimiento, finalmente, lo es todo. Y es precisamente esta capacidad de crear la unión de artes, la que inaugura una marca definitiva en el trabajo de este artista chileno. La obra de Foschino es la prueba documental de la existencia. Un ojo que sólo abarca un espacio concreto, una cámara y plano fijo que mantiene en una sola toma: sin intervenir en lo filmado, construye otra forma de ver.
Irónico esfuerzo frente a la obra. No obliga a escuchar, obliga a mirar. Inquieta el silencio. La sociedad como público de la propia existencia, se sitúa frente a la obra en una relación de extrañeza y también de duda. No hay palabras, no hay ni un sólo sonido. Inquietante dirá el espectador, segundos después se ha creado la reconciliación. La obra generosa de Foschino ofrece al observador regalos fortuitos: el agua, la figura humana, un animal, la sociedad, la muerte, un juego, la arquitectura… Foschino es un ladrón que no perturba. Sigiloso y mudo, se apodera de la apreciación más valiosa: reconocer la simplicidad de la existencia. No hay sobrecarga, no existe el bullicio, no hay gritos, no hay risas, solo movimiento dentro del aparente estatismo fílmico. De un momento a otro, el arte se ha quedado, una vez más, mudo, y la nostalgia surge fruto de un reconocimiento sensorial distinto.
La utilización de algunos formatos, incrementa el misticismo de la obra que refiere sin complejos a la verticalidad de la pintura japonesa. La mirada cambia porque no existe sonido, pero también porque el marco de la obra ha variado su posición y obliga a realizar un esfuerzo
El paisaje dinámico de “Fluxus” es la única obra que se capta en plena naturaleza. Si bien, la verticalidad antes señalada es una conexión a la pintura japonesa, es en su contenido visual un necesitado refugio, casi, romántico. Foschino, durante la inauguración de esta muestra me exponía el contraste entre tres elementos fundamentales: la densidad de la tierra, la potencia del agua cayendo en cascada y la delicada fragilidad de las flores y arbustos. Así mismo, destaca la mutación de la perspectiva en la profundidad del vídeo. Los elementos de la naturaleza albergan un retorno cíclico equilibrado, que en este caso, se incentiva por la ausencia del sonido. Si bien, las referencias son amplias al mundo pictórico del paisajismo, la detención de la mirada inaugura un territorio mágico, como si un cuaderno de ilustraciones tomara vida. contemplativo mudo y vertical. Foschino me define su trabajo como una composición por capas, marcado por la profundidad del vídeo, que permite crear una armonía diferente, y posibilita una perspectiva de pintura.
“Fluxus”, HDV, 7 min. Silencio. Loop. 2010.
La majestuosidad mutada de la obra garantiza la plena observación. Esta obra presentada aquí en HDV, también estuvo presente en LED en gran formato, como parte de la muestra colectiva de videoarte Silencio para 5 + En la Pampa, curada por Christian Viveros-Fauné para la sección SHOOT THE SHOOTER del Festival Internacional de Cine de Santiago SANFIC7 en el Hall Central del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile. En este caso el tamaño, llevaba a cabo una concepción de la luminiscencia del vídeo al terreno de la escultura. Es lo que Foschino define siempre como la creación de un portal. El público, rodeaba la obra y la concepción de portal se incentivaba.
© 2011 Artishock“Fluxus”, video escultura, 3 metros de alto x 1,8 de ancho, 7 min. Silencio. Loop. 2011
De la naturaleza profunda a la superposición constructiva. En “Lota”, una vista de casas, se desparraman en la verticalidad de la toma, metafóricamente cubista. Las propias casas establecen la superficialidad de planos, de líneas superpuestas que se entrecruzan y se parten entre senderos y movimientos. Estas construcciones de la comuna de la región del Bío Bío en Chile rompe absolutamente la pasividad y armonía contrastada de “Fluxus”. La obra se presenta densa y de nuevo delicada. El azar permite descubrir el movimiento de la figura humana, de su entorno. El humo acompaña simbólicamente la fugacidad aparente de estas construcciones, que reflejan una fotografía en movimiento. Foschino matiza durante nuestro diálogo, como la fotografía ha ido trascendiendo en cuanto valor informativo, terreno que gana luego el cine. Registra el momento en el que la vida pasa ante la cámara, y se vuelve única, en la necesidad de fijación del artista.
“Lota”, HDV, 13 min. Silencio. Loop. 2010
De la naturaleza y la arquitectura de una sociedad, a una ventana. Una obra de silenciosa armonía. No hace falta referirse a la cantidad de imágenes que pueden venir a la mente, en las que una ventana es protagonista de la obra de arte. “La Fenêtre”, fruto de un robo de la intimidad, de esa tan singular ventana indiscreta, se convierte en una traición a la necesidad de ser conscientes de la filmación para mutar en la actitud. Una ventana enmarcada en una casa azul, una ventana de grandes dimensiones, que en su reflejo, capta eternamente el paso del tiempo. La cámara situada en un punto predilecto, lleva a Foschino a establecer una íntima vinculación con la apaciguada actitud de las figuras humanas que aparecen y desaparecen en la obra. El cristal también registra la realidad y el a veces estatismo de las figuras humanas y la interrupción desconocida de su intimidad, incentivan la concepción de la cámara en un encuadre perfectamente robado. El paralelismo pictórico y fotografíco de la obra de Foschino, es muestra de la capacidad del ojo del artista chileno para perderse entre el solitario cotidiano real.
“La Fenêtre”, HDV, 14 min. Silencio. Loop. 2008.
Foschino, comienza estas cinco historias por el origen, por una génesis evidente que parte de la pureza equilibrada y caótica de la naturaleza, para contrarrestar con la visión conglomerada y conscientemente catastrófica de la naturaleza social. Si bien Foschino no realiza en ningún momento ningún tipo de movimiento en la cámara, se centra en relatar la profundización lingüística que se esconde tras su obra. Cada obra profundiza en la otra: si bien la naturaleza es lo primigenio, y la evolución otorga la capacidad de sociedad y de construcción de la misma, la soledad inherente de su obra “La Fenêtre”, marca la línea de vida del ser humano.
Tras la imagen de la vejez mirando a través de la ventana, viendo el paso del tiempo al igual que el artista registra esa vacuidad sólidamente atrapada, en “Q.E.P.D” (que en paz descanse) llega la despedida. Un turista con su cámara, un entierro, una iglesia. La soledad, la despedida y los símbolos en una rutina de vida y muerte. La reivindicación y la admiración son captados por una cámara que se involucra en la realidad. La obra de arte también descansa en una escritura, en honor al fallecido Victor Castillo, que relata en breves palabras la labor social que desempeño en la Villa Palguin. Foschino se pierde para encontrar el sentido a su obra de arte y también el propio fatum de su discurso.
“Q.E.P.D.”, HDV, 11 min. Silencio. Loop. 2010
Drásticamente, se ha acabado la historia de una vida. Hay quien lo recordará, quién no. Mientras el mundo sigue con su movimiento, con su quietud, con su sonido y sus silencios. Con una imagen delicada sentada en una acera. Morena y tranquila delante de la madera. “Barbie” es una obra a la infancia. Foschino, roba instantes, pero no es un destructor del tiempo. La madera, la tierra, la contraposición de las líneas, acogen la figura de la infancia, su muñeca y un balón. Le pregunto a Foschino si alguna vez, alguien que ha sido captado por su cámara, era consciente de su presencia filmada. Su respuesta es clara: “no, no es mi intención”. Foschino surge como un voyeur, que queda petrificado ante el instante que le interesa, ante un espectáculo que se llama vida agitada y pasiva. La vida se vuelve un lento mirar, un proceso difícil, incluso cruel, como observador lejano de una realidad, que vemos a veces en directo y a veces en la representación de la misma. Foschino comienza un ciclo de vida. Un discurso que desde el estatismo de su visión, recoge la vertiginosa existencia y la fragilidad del ojo que roba.
“Barbie”, HDV, 4 min. Silencio. Loop. 2009.
Gianfranco Foschino, nacido en Santiago de Chile en 1983, realizó los estudios de cine en UNIACC y Diseño de imagen y sonido en la Universidad de Buenos Aires. Reconocido ya en el sistema del arte internacional, su corta carrera artística se lanzó con fuerza entre otras muestras en 2010 con su participación en la bipersonal Almost Romantic, curada por Christopher Eamon, en I-20 Gallery (Nueva York) formando parte también, en 2011, del pabellón del IILA en la 54ª Bienal de Venecia. Con motivo de la exposición, The second seating for the last supper, celebrada en la Galería Leyendecker en enero de este año y comisariada por Christian Viveros-Fauné, Foschino compartío escena con obras de Ángel Otero, Chris Verene, Jorge Tacla, Brian Duggan, Alighiero e Boetti, William Powhida, Martin Kippenberger, Gianfranco Foschino y Richard Mosse. En esta ocasión presentó “La Espera”. Una larga y paciente posición del artista, frente a una realidad que se vuelve primero, ficción ante nuestros ojos y luego, conciencia presente.
“La Espera”, HDV, 11 min. Silencio. Loop. 2009.
El 20 de Septiembre en la Galería Leyendecker, una ventana se abre en la sala. Los ojos de una figura inmóvil establecen inconscientemente un encuadre de la realidad exterior. Por un momento, veo árboles, movimiento, colores… una sexta historia estaba siendo atrapada.
* Noemi Feo Rodríguez. Licenciada en Historia del Arte y DEA.
*Nota: La Galería GonzalezyGonzález con motivo de la primera muestra individual de Foschino, con la obra “Escena del crimen”, celebrada entre el 19 de noviembre y el 1 de Enero de 2011, aplica el concepto de Veermer a la figura del artista chileno, véase en URL: http://gonzalezygonzalez.org/files/comunicadofoschinofinal.pdf. Véase también la aplicación del término por parte de Charles Finch en “The Veermer of Chile”, en URL: http://www.artnet.com/magazineus/features/finch/gianfranco-foschino9-22-10.asp.