El Académico Supernumerario de esta Corporación y arquitecto, D. Luis Alemany Orella, falleció el pasado martes, 24 de enero, a los 76 años de edad.

Nacido en el año 1941, se tituló en 1968 por la Escuela Técnica Superior de Arquitetura de Madrid. Fue profesor durante doce años de las asignaturas de Historia del Arte y de Historia de la Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria.

Asimismo, desde 1968 hasta 1978, ejerció el cargo de arquitecto de la Dirección General de Bellas Artes para Canarias. También fue miembro de la comisión Vegueta-Triana del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria desde su creación, y  miembro de la comisión de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias, en representación del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias. Además, colaboró con artículos y trabajos relativos a la arquitectura canaria en publicaciones de ámbito nacional, como la revista Historia de la Arquitectura Española.

Entre sus trabajos más destacados se encuentran la rehabilitación del antiguo Hospital Militar de la calle Juan de Quesada para convertirlo en la sede institucional de Las Palmas de Gran Canaria, la rehabilitación de la Casa Regental de la Plaza de Santa Ana y de la Casa de la Condesa, en Jinámar. También diseñó las rehabilitaciones de varios inmuebles de la calle de Los Balcones de Vegueta y la de la sede central de La Caixa, en Triana. Dirigió, entre otras, las rehabilitaciones del Real Club Victoria en Las Canteras y amplió y rehabilitó el Archivo Histórico de Vegueta.

En el año 2009, con motivo de su ingreso como Académico de esta Corporación, el también arquitecto D. José Luis Jiménez Saavedra expresó en la laudatio lo siguiente: “Lo que desearía resaltar por encima de todo es que, desde su comienzo, el autor comprendió de forma clarividente el carácter proyectual que lleva implícito el oficio de restaurador, y con una maestría e inteligencia extraordinarias ha impregnado toda su obra de este principio, huyendo de falsos mimetismos que hacen aparecer viejo lo nuevo, o, lo que es peor, reduciendo las edificaciones preexistentes a patéticos vestigios”. Más adelante añadió “Su obra se caracteriza por una lectura objetiva del edificio existente, de la que se deduce tanto el alcance de las exigencias restauradoraas como la medida de la capacidad del mismo para soportar nuevas funciones, sin que en el momento de proponer alternativas, esa capacidad sea nunca superada”.