10 octubre, 2013
8 de octubre: Recital de voz y alma de Yolanda Auyanet en su ingreso en la Real Academia
El acto comenzó con las palabras de bienvenida que extendió la Presidenta a los numerosos asistentes, entre los que se encontraban autoridades políticas y personalidades del mundo de la cultura, especialmente de la música, además de un nutrido grupo de Académicos y público en general. A continuación le dio la palabra a Gerardo Fuentes Pérez, Secretario General, quien leyó el acta de ingreso de Auyanet.
En la Laudatio, Conrado Álvarez Fariña resaltó el perfil profesional y personal de la recipiendaria, haciendo hincapié en la crítica internacional, que unánimemente se ha rendido al talento de la artista, y en las cualidades intrínsecas de su voz. En su intervención desgranó Álvarez Fariña los pasos de Auyanet desde que, con cinco años, comenzara a cantar, hasta la actualidad, en la que representa en grandes escenarios de todo el mundo. Rosario Álvarez, por su parte, felicitó a la soprano, puntualizando algunos aspectos importantes que la hacen merecedora de incorporarse a la Academia, y de ocupar un lugar prominente dentro del universo escénico.
Antes de comenzar su concierto, Yolanda Auyanet tuvo palabras de agradecimiento para la Real Academia, y especialmente para sus familiares y amigos, que incansablemente la han ayudado a ser una gran cantante.
Sin embargo, sería a través del recital que ofreció a continuación, donde reflejaría a la perfección toda esta gratitud, en cuyo repertorio estaban obras de compositores españoles con canciones del Académico Numerario Lothar Siemens, Joaquín Rodrigo, Joaquín Turina, Manuel de Falla y Enric Granados. Durante su intervención emocionó al público por su talento vocal y sus inmensas dotes interpretativas, traspasando el escenario y llenando la Sala de Cámara con su voz y con el alma de las obras que interpretaba. Su presencia escénica y la ductilidad de su voz le han permitido afrontar un vasto repertorio de roles a lo largo de su carrera, pero sobre todo, le han permitido traspasar el invisible obstáculo que separa al artista de su público, derribándolo con altísimas dotes de talento, una técnica sublime, una interpretación perfecta, tendiendo la mano a cada uno de los oyentes, como si de una invitación para que la acompañaran se tratase.