18 diciembre, 2013
21 de diciembre: concluye la XIV edición del Ciclo de Música Sacra en la Iglesia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife
Tras el concierto inaugural del pasado 23 de noviembre, en el que un gran número de personas llenó la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de la capital tinerfeña, el próximo sábado 21 de diciembre, a las 20.30 horas, concluye la decimocuarta edición del Ciclo de Música Sacra, organizado por la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, bajo la dirección artística de la Presidenta Rosario Álvarez Martínez, y patrocinado por el Organismo Autónomo de Cultura (OAC) de Santa Cruz de Tenerife. Bajo el título “Heinrich Ignaz Biber (1644-1704). Sonatas del Santísimo Rosario para violín con scordatura y bajo continuo”, el violinista de la OST Juan Carlos Gómez, acompañado al órgano por la Académica Correspondiente Sophia Unsworth y Diego Pérez al violonchelo, interpretarán un atractivo repertorio, muestra de la actividad violinística del primer barroco alemán. Estas difíciles sonatas en scordatura, de las que se van a interpretar una selección, se oirán por primera vez en nuestra isla.
A Heinrich Ignaz Franz Biber (Wartenberg, 12 de agosto de 1644 – Salzburgo, 3 de mayo de 1704) se le conoce principalmente como virtuoso del violín y su fama actual se debe sobre todo a sus obras para este instrumento, muchas de las cuales emplean scordatura (diferente afinación de las cuerdas). Trabajó primero como violinista en el castillo de Kromeriz y más tarde en la corte de Salzburgo, dónde escribió música de cámara y coral, conciertos, sonatas, óperas y algunas piezas más ligeras, como la serenata Der Nachtwächterruf y la Harmonia Artificiosa-Ariosa. Pero sobre todo Biber es conocido popularmente por sus Sonatas del Santísimo Rosario, una notable serie de 15 sonatas sobre sucesos importantes en la vida de la Virgen María y de Cristo y en la que cada sonata emplea una afinación distinta del violín. La scordatura del violín nos lleva desde el “placer”, que implican los cinco misterios gozosos (Anunciación), pasando por el “trauma”, en los cincos misterios dolorosos (Crucifixión) y llegando a lo “etéreo”, sensación que se trasmite en los cinco misterios gloriosos (la Resurrección).