10 junio, 2015
18 de junio: Homenaje al escultor Enrique Cejas Zaldívar en la Real Academia
Este año se cumple el centenario del nacimiento del escultor Enrique Cejas Zaldívar, Académico de esta Corporación desde 1983 hasta su fallecimiento, en 1986. Por este motivo, esta Real Academia celebrará el próximo jueves 18 de junio un homenaje en el que se reflexionará sobre la figura y la obra de este artista, con las conferencias de la Doctora en Historia del Arte Dña. Nuria González González, quien disertará sobre “La ansiedad expresionista de un hombre tranquilo”, y del Académico de Honor de esta Corporación D. Eliseo Izquierdo Pérez, quien pronunciará la conferencia “Evocación de Enrique Cejas Zaldívar”. El acto comenzará a las 20:00 horas, y la entrada será libre hasta completar el aforo. Este acto cuenta con el patrocinio del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Tenerife.
Enrique Cejas Zaldívar recibió enseñanzas de dibujo en Cádiz, que consolidaría luego en la Academia de San Fernando de Madrid. Tras la Guerra Civil se estableció en Tenerife, y estuvo como emigrante en Venezuela entre 1948 y 1956, en que volvió para revalidar su título oficial en Madrid. Establecido definitivamente en Tenerife estudió Contabilidad Mercantil, pero desarrolló su actividad docente como profesor en las Escuelas de Artes y Oficios y Superior de Bellas Artes y Dibujo de Santa Cruz y La Laguna.
Cejas Zaldívar es un escultor representativo de la estética que se desarrolló en las grandes dictaduras de mitad del siglo XX, con grandes manifestaciones en la arquitectura oficial y en las esculturas inherentes a la misma. Su obra, de acuerdo con Carlos Pérez Reyes, puede estudiarse en tres etapas dentro de la dualidad de influencias de sus maestros Maillol y Bourdelle, que encarnan el equilibrio y el dinamismo respectivamente.
Su etapa formativa llega hasta 1940, cuando logra dominio técnico en talla y modelado, para alcanzar una de apogeo formal (1940-1956) donde afirma su código monumental con concesiones a la temática popular, al que corresponde su obra más conocida (“las esculturas del Monumento a los Caídos de Santa Cruz”, ejecutado en colaboración con el arquitecto Tomás Machado y con Alonso Reyes en 1945-46, en cuyo grupo de “la Patria y el Caído” muestra herencias de Julio Antonio, cuando no de los escultores del III Reich). En su tercera etapa consigue ritmos exquisitos de tangible corporeidad, acusando unas veces el mediterraneismo franco-español con atisbos del clasicismo italiano y Mestrovic, y otras con ecos de Lehmbruck y su estilización corporal en clave expresiva.
Sus últimas obras más conocidas fueron monumentos públicos a personajes que, por su contribución a la vida local, fueron merecedores de un gran afecto popular, como el del pianista y compositor “Teobaldo Power”, el del “obispo Pérez Cáceres”, el de “Leoncio Rodríguez”, el de “Luis Álvarez Cruz”, todos ellos en La Laguna.