La Real Academia y el Cabildo de Gran Canaria presentaron el libro “Jardines de Canarias”, de la arquitecta Flora Pescador

El derribo de la ermita de San Sebastián, guardián de plagas y epidemias, para construir junto a la muralla norte de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria una pequeña alameda en 1791, donde hoy se asienta el Parque San Telmo, es una de las perlas que desvela el libro ‘Jardines de Canarias’, que recoge toda una vida dedicada a la investigación de estos espacios públicos, la de la arquitecta Flora Pescador.

Esta obra, que contó con el respaldo del Cabildo de Gran Canaria, compila la historia y secretos de algunos de los jardines y espacios públicos históricos más emblemáticos de la provincia de Las Palmas como el Jardín Botánico “Viera y Clavijo” o el Huerto de Las Flores de Agaete en Gran Canaria, aparte del Parque de San Telmo, así como los Jardines de Betancuria y el Molino de Antigua en Fuerteventura, además de un apartado dedicado a la importancia del paisaje de Lanzarote en la obra de César Manrique.

Flora Pescador, vicepresidenta segunda de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, ha querido así compartir con la ciudadanía el valor histórico de estos rincones que ha ido descubriendo a lo largo de los años, y que ahora han quedado recogidos en esta obra presentada en el Patio del Cabildo el pasado martes 24 de noviembre junto al presidente insular, Antonio Morales, con intervención de la vicepresidenta primera de la Real Academia, Rosario Álvarez.

Pescador contó con la valiosa colaboración de Daniel Montesdeoca, Marta Chirino, Vicente Mirallave, Jin Taira, José Antonio Sosa, David Bramwell, Juli Caujapé, Ulises Medina, Santos Cirujano, Evelyn Alonso y el artista Pepe Dámaso, aparte de con las imágenes de José Luis Alday, lo que enriquece aún más la obra, apunta la consejera de Política Territorial y Paisaje, Inés Miranda.

Y es que los jardines son lugares de contemplación y manifestación cultural y artística que forman parte de las ciudades, y que han sido diseñados de forma intencionada para el disfrute de la vista y para crear escenas interesantes. Sin embargo, en Canarias es escasa la documentación sobre los jardines que “han sido importantes en otros tiempos”, manifestó Pescador, quien anhela que este libro sirva para construir una verdadera cultura del paisaje a través de los jardines insulares.

El Parque San Telmo y el jardín de su niñez

El Parque de San Telmo se asienta sobre la antigua caleta o playa de San Sebastián situada junto a la muralla de la ciudad, el público recorrerá sus numerosas transformaciones a lo largo de los años, como el derribo de la muralla en 1853, el crecimiento del Puerto con el inicio de las obras del muelle de La Luz, la construcción del muelle de San Telmo y su desaparición,  además podrá realizar un repaso por la jardinería del modernismo.

La autora también aporta dibujos originales del emblemático kiosco modernista del Parque San Telmo que fue diseñado por Rafael Massanet, y explica el proyecto de acondicionamiento del Parque en 1986.

Pescador siente predilección por el Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, el mayor botánico de España, un apego que se debe a que de niña y durante sus vacaciones de verano, pudo ser testigo de su nacimiento con la proyección del botánico y naturalista Eric Sventenius y de su evolución.

Traslada al lector a comienzos de los años cincuenta, a las dificultades que planteaba una construcción de estas dimensiones, al diseño de la Plaza de los Sabios y sus medallones de bronce grabados, o a cómo Sventenius, cuyos restos yacen en el bosque de laurisilva, diseñó meticulosamente cada detalle del jardín.

El Huerto de las Flores de Agaete y los Jardines de Betancuria

La publicación también ofrece un recorrido por la evolución del Huerto de las Flores, un pequeño espacio al borde del barranco de Agaete, que alberga más de medio centenar de especies de lugares tan dispares como el Caribe, China, África e incluso India, y que sufrió los destrozos de las crecidas del barranco de acaecidas en 1896 y 1958.

La obra salta a Fuerteventura con los Jardines de Betancuria y el escritor Miguel de Unamuno, quien durante su exilio de cuatro meses en 1924 incitó a una nueva mirada sobre el territorio majorero, si bien se retrotrae incluso a la fundación de este enclave a comienzos del siglo XV y que tomó su nombre de su conquistador, Jean de Bethencourt.

Del mismo modo, la autora explica cómo la jardinería exótica llegó a Fuerteventura a partir del desarrollo turístico en el siglo XX, especialmente en los jardines de hoteles y urbanizaciones del norte y sur de la isla, y una parada en los jardines del Molino de Antigua como ejemplo de este cambio en la isla.

El Parque Doramas, el jardín de Santa Catalina o los jardines de la Marquesa de Arucas, son algunos de los otros espacios históricos que recoge la arquitecta en este texto, para el que seleccionó lugares que transita la ciudadanía sin conocer sus orígenes, todo acompañado con información cartográfica y planimétrica ilustrada con impresionantes imágenes del reconocido fotógrafo Ángel Luís Aldai.

Es difícil determinar la cantidad exacta de jardines y espacios verdes que hay en la isla, ya que existen distintas tipos de jardines y hasta micro jardines, como los de patio en las viviendas, asegura Pescador, quien ya trabaja en la siguiente publicación porque aún quedan muchos jardines por descubrir en Gran Canaria, lugares fascinantes que mostrar y cuya historia se debe contar.



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