04 octubre, 2011
Óscar Domínguez: Le dragonnier…vive.
El lector, se preguntará el por qué de introducir esta crítica con el concepto de “necesidad”, así como con otros valores terminológicos que están íntimamente relacionados con el éxito de un proyecto. Pues bien, el motivo es absolutamente sencillo; en cada proyecto expositivo, aquello que se desee y se deba hacer, estará siempre vinculado a la eterna coherencia. Una coherencia que no se encuentra en esta exposición, ya que el diseño ni continúa, con un hilo conductor, ni acompaña a la misma, sino que avanza por separado. No obstante, demos prioridad al objeto de esta muestra por su relevancia, calidad y la siempre curiosidad que supone conocer los frutos de un creador surrealista como Óscar Domínguez.
La cantidad de obras presentadas asombran ante su inestimable capacidad creativa. La continua colaboración con artistas y literatos de la época como Paul Éluard, Agustín Espinoza, Robert Ganzo, Georges Hugnet o André Thirion, dejan patente una rica amalgama de ilustraciones y pinturas que entroncan con el placer de mettre la main à la pâte. Ponerse manos a la obra, no sólo con la técnica pictórica sino con el dibujo: valor añadido al contenido de la muestra que recoge la producción de este artista tinerfeño. El dibujo se convierte aquí, en protagonista silencioso, en técnica que representa el origen, la base de todo conocimiento artístico… del boceto y del diseño. La mano impulsiva y automática que se libera a través del inconsciente, del trazo y la línea, del color.
Las ilustraciones de Óscar Domínguez para Gaceta de Arte a principios de los años treinta, inauguran el recorrido de la exposición. Los cuadernos de dibujos de 1933, pertenecientes a la colección del Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife o las tarjetas, acreditaciones y publicaciones de Gaceta de Arte de esta misma década, pertenecientes a la colección de José María Lafuente de Santander, recogen la esencia surrealista junto a óleos como “La boule rouge” de 1933. Esta unión entre Gaceta de Arte y Óscar Domínguez fue decisiva para que en 1935 llegara la Exposición Internacional de Surrealismo a Tenerife. Fernando Castro Borrego señala en la obra La Modernidad y las vanguardias en Canarias. 1900-1939(1) , que “había otra razón de mayor calado, como la importancia indudable que en la revista ostentaba un grupo de poetas que sí habían abrazado el ideario surrealista, entre los cuales estaba en primer lugar Domingo López Torres, pero también Agustín Espinosa, Pedro García Cabrera y Emeterio Gutiérrez Albelo. El surrealismo también se reflejaba en la sección de poesía y en la crítica elogiosa que recibieron en sus páginas las obras de Hans Arp, Salvador Dalí, Óscar Domínguez o Juan Ismael.”
En esta muestra podemos contemplar tres trabajos de ilustración relacionados con este ámbito: para Emeterio Gutiérrez Albelo, en Romanticismo y Cuenta nueva, Óscar Domínguez representa tres cuerpos femeninos en un estado ingrávido y misterioso; para Crimen, de Agustín Espinosa editado por Gaceta de Arte en 1934, con la famosa portada de “La mano muerta”, vinculada con el erotismo, el humor negro y los espacios oníricos de la obra, Domínguez realiza un cuerpo hermafrodita en un espacio incoherente con un caotismo manipulable. Y por último, el monográfico de Willi Baumeister de 1934, editada por Westerdahl, en donde se recoge una de las primeras decalcomanías (técnica que analizaremos en la Sala “Grisou”) junto a “Recuerdo de mi isla” de 1933. También, su papel dentro del campo de la publicidad, durante los mismos años, le hace trabajar en el ámbito de la cartelística: sea el caso del cartel promocional de la isla de Tenerife “El mejor clima del mundo” de 1933-1934.
“Autrorretratos” de 1926, 1928 y 1933, acompañan esta producción ilustrativa, publicitaria y pictórica. Un macromundo, que se desenvuelve en una de las piezas claves de la muestra: “El drago” de 1933, que no se contempla en Canarias desde 1968. Perteneciente a la colección La Caixa de Galicia comparte protagonismo con el dibujo “Drago de Canarias” de 1933-1934, realizado para Gaceta de Arte y perteneciente a la destacada Galería Guillermo de Osma de Madrid. Ambas creaciones recogen la sincera admiración y la constante marca que se graba a fuego en Domínguez: sobre el propio territorio que le ve nacer, sobre su memoria inconsciente y sobre la naturaleza que le rodeó. El piano, el drago, la mujer, el erotismo y la sexualidad, la tierra, el color… conforman una constante referencia en su ideario. Junto a este óleo sobre lienzo y dibujo, respectivamente, se debe destacar otro lienzo titulado “Le chasseur” de 1933, proveniente del Museo de Bellas Artes de Bilbao donde la jaula, el logro y la imposibilidad, los traumas, las inconscientes maneras de agotar la existencia y la carne sedienta se manifiestan y brotan.
Es Domínguez, un cazador de técnicas que permiten crear el reconocible e insustituible legado productivo que completa con la técnica de la decalcomanía. En la sala “Grisou” (Grisú: gas que se encuentra en las minas subterráneas de carbón y que puede producir atmósferas explosivas) se aprecian algunos ejemplos (véase, la portada de la decalcomanía de Óscar Domínguez para la monografía de Willi Baumeister en 1934, anteriormente citada), que llegan desde la colección de Ciro Domínguez de Las Palmas de Gran Canaria, de la Galería 1900-2000 de París y de la propia colección de TEA. Una de las decalcomanías expuestas, en concreto la serie “Grisou” es característica ya que “[…] la elección de los motivos no es casual; el león frente a la ventana o, lo que es lo mismo, el deseo voraz, insaciable, inaugura un mundo nuevo desde la mirada. Estas decalcomanías realizadas con Marcel Jean suponen, por tanto, una declaración de principios para el arte surrealista, una metáfora del deseo que supera todos los obstáculos para escrutar los territorios insospechados de la creación.”(2) Grisou. Le lion-le fênetre fue realizado por Óscar Domínguez y Marcel Jean. No obstante, su publicación que hubiera sido en 1937 por Guy Lévis Mano con un prefacio de André Bretón, no se realizó hasta los años noventa del siglo XX .(3)
“Grisou” deja paso a “Domaine”, una sala que posee una muestra pictórica exquisita junto a la obra que le da título al espacio. Realizada por Robert Ganzo, Domaine, de 1942 es ilustrada por Óscar Domínguez. El pintor demuestra una depuración del trazo en los ocho dibujos que lo componen. “[…] algunos dibujos se encuentran próximos a sus trabajos de finales de los años treinta: son los de ambientación cósmica, caracterizados por la nitidez de la línea en las cristalizaciones y los movimientos siderales, por el aspecto acerado de los cuerpos y por la sensación de contenido silencio. Otros dibujos del mismo cuaderno, poseen una temática próxima.”(4) Podemos contemplar así mismo, la obra “El siglo” de 1940 perteneciente a la Galería Guillermo de Osma de Madrid, así como “Paisaje cósmico” de 1938.
Una sala roja hace cambiar nuestra mirada. Se penetra ahora en el arte “caliente” de 1943 con Feu au cul, de Georges Hugnet cuyas ilustraciones en tinta roja, de trazo geométrico y con aspecto lúdico, fueron realizadas sobre los textos con escenas pornográficas en las que Domínguez se rinde ante el placer obsceno de la sexualidad del poema. También, y del mismo año, Le Grand ordinaire de André Thirion. Veáse la edición de lujo de la biblioteca erótica de Gérard Nordmann encuadernado por Renaud Vernier en 1978. Un ejemplar único que enriquecido con dibujos originales del pintor, de temática pornográfica y burlesca, recoge tres aguafuertes y siete dibujos originales en tinta china. Nota: juzguen cómo está expuesto el objeto de la muestra.
La sección dedicada al periodo de 1936 y 1938, recoge las colaboraciones como ilustrador de Domínguez en el contexto de la relevante figura de Guy Lévis Mano (GLM). Domínguez realiza dibujos para las publicaciones colectivas Trayectoire du Rêve, cuaderno de relatos recopilados por André Breton así como para Lautréamont en sus Oeuvres Complètes, ambas publicadas en 1938. Es necesario así mismo, hacer una mención especial también a la revista creada por Georges Bataille Acéphale y La Hampe de l’imaginaire, poemario de Georges Hugnet, de 1936. En diálogo con el dibujo realizado se presentan varios obras pictóricas entre las que destacan los óleos de “La apisonadora y la rosa” de la Colección MNCARS, “L’oeuvre-boîte” cedida por la Edouard Malingue Gallery de Hong Kong y “La vague” desde la Galería Interart de Ginebra. Fotografías de Yves Tanguy como “Sin título” de 1935 de la colección TEA o Man Ray con “El enigma de Isidore Ducasse” de 1920 de la Galería 1900-2000 de París, amplían el discurso de los años del surrealismo.
Se puede contemplar referentes claves donde colabora con poetas y pintores, como Noués comme une cravate, de Christian Dotremont de 1941, La conquête du monde par l’image, de 1942, Au fil du vent de Laurence Iché y cómo no, Poésie et Verité, de 1942, con una amplia presentación de los aguafuertes destinados a la publicación de Paul Éluard. Las tauromaquias forman parte de este recorrido, con en el autorretrato antropomórfico de “Tête de taureau” de 1941 o en “Hommage à Manolete” de 1955 entre otros lienzos. Óscar Domínguez colabora de igual forma, con Le Potomak entre 1947 y 1948, en uno de los únicos cuadernos publicados por esta revista dirigida por H. Azénor, A. Axel, M. Bessy, O. Bailly, H. Espinouze y que cuenta con aguafuerte y poema de Óscar Domínguez. La revista NEF, en su monográfica sobre la radio en el número 73/74 de 1952 y dentro de las ediciones del Saggitaire, alberga una ilustración de una estilística nota musical.
Acompañando toda esta producción, una magnífica y exultante obra; “Pájaro azul” de 1956. De colección privada (Cádiz), este óleo alberga una lectura interpretativa diferente y abstracta, voraz, pura, extrañamente suelta y libre, una especie de expresión fugaz que corona la amalgama interpretativa e imaginativa de Óscar Domínguez.
Tras recorrer esta “existencia de papel”, se debe hacer hincapié en el diseño expositivo de la muestra. Para ello cito textualmente al comisario de la exposición, Isidro Hernández Gutiérrez (5) con el contenido de un documento audiovisual que recoge sus palabras y que ciño a este ámbito del planteamiento expositivo: “[…] es una exposición que intenta tratar a Domínguez de manera un tanto novedosa, […] desde un acercamiento distinto, que intenta abrir una puerta hacia un planteamiento expositivo, realmente, en fin… escenográfico, en cierto modo, con cierta novedad y con interés para todos los públicos.” Señala también: “Esta exposición tiene claramente un carácter o una vocación escenográfica. No podíamos presentar a Domínguez de la misma manera […] sobre pared blanca, de manera muy lineal, de forma convencional, […], había que innovar, había que presentar a Domínguez dentro de esa estética surrealista que conmueve la mirada, que nos conmociona […] de una manera parecida como se hacía en los años 30, en estas exposiciones surrealistas donde los espacios eran muy envolventes […]”(6) . “La pretensión es que el espectador se sienta imbuido no sólo por las obras de arte presentes en cada ámbito, sino por la atmósfera que propicia la belleza convulsiva del Surrealismo. En este sentido, hemos habilitado las distintas salas para que la visita sea más atractiva acorde con una concepción museológica contemporánea. Evidentemente corremos el riesgo de cometer algunos excesos, pero precisamente la estética del Surrealismo y la iconografía de Domínguez se nutre del exceso y de la quiebra de todo orden establecido.”
Primero; no se pecó de exceso sino de falta de criterio en el diseño expositivo.
Segundo; no por utilizar el término contemporáneo se produce la calidad. Pasa lo mismo cuando se habla de la posmodernidad, que parece que al aplicarlo tiene un valor añadido. Tercero; no es necesario mantener un planteamiento expositivo clásico, conservador o tradicional… pero si no se sabe mantener una cohesión con la obra surrealista de Óscar Domínguez, es siempre mejor volver a lo seguro. Si no cabe esa posibilidad, se aconseja indagar aún más en la visión y tipología expositiva que se va a llevar a cabo.
Por lo tanto, cada unas de las piezas seleccionadas no se encuentran dentro de un ensamblaje y de una continuidad perfecta con la obra expuesta. Véanse, las salas “Grisou”, “Domaine”, “Le grand ordinaire”, “Domínguez, Ilustrador en la sombra”, “GLM” o “Poesía y verdad”. “Domaine” es un ejemplo de la incongruencia o pesadilla antiexpositiva por falta de funcionalidad, coherencia y accesibilidad a todo el público. Esta sala es la denominada, coloquialmente, “la sala del suelo flotante”, es decir, una alfombra de diseño que no posibilita contemplar la obra con tranquilidad y comodidad, sino que mientras uno observa la pintura de Óscar Domínguez, se enfrenta a un vaivén de movimientos y desequilibrios producido por la inestabilidad de esa plataforma. Seguramente, contestarán muchos afamados, diciendo que tiene que ver con una lectura surrealista, una levitación, un sentido onírico… No, simplemente, no. La incomodidad y el ruido que produce, son faltas graves en el planteamiento museográfico. Hay que buscar una correlación, una comunicación inherente entre obra y diseño expositivo que no tiene porque sacrificar el sentido artístico del contenido.
Las obras pictóricas de las salas, dispuestas a lo largo de todo el muro, no pueden ser totalmente observadas ni admiradas, porque se salen de nuestro campo de visión. Como expone Alonso Hernández, en su Museología: introducción a la teoría y práctica del museo (8) o Belcher, en Organización y diseño de exposiciones: su relación con el museo, la colocación de las piezas está condicionada tanto por la tipología de la sala como por las alternativas (distancia del objeto, densificación de público) que le ofrece al visitante el circuito de la muestra. Se deben tener presentes las diversas posibilidades que ofrece el cono de visión humana, en el que intervienen: a) las magnitudes de las obras (altura, anchura, profundidad); b) situación de la obra en su concreta instalación respecto del nivel del suelo; c) distancia del espectador respecto de la obra instalada; d) campo de visión autónoma del objeto (relación con los contiguos), etc. y sobre todo una protección espacial y un trato lumínico más complejos en razón de su corporeidad y situación en las salas.
El equipo conoce las pautas, medidas y controles expositivos así como tantos otros requerimientos y exigencias contenidos en gran cantidad de manuales específicos. Sin embargo, se ha optado por una incorrecta aplicación de los mismos. Se ha querido realizar una exposición donde el contenido de las obras de arte de Óscar Domínguez se enfrenta a una descolocación del debido emplazamiento de sus lienzos, dibujos e ilustraciones… a una imposibilidad visual de contemplar no todas las obras sino muchas, fotografías perdidas entre los muros, iglús proyectuales descontextualizados en el espacio, almohadas pegadas, saturación visual…(10)
Hasta aquí, una toma de contacto para el lector. Para que, por un lado visite esta exposición y se cerciore en su opinión de las anotaciones expuestas en torno al diseño y los detalles técnicos. Por otro lado, para que descubra o reafirme la obra surrealista de Óscar Domínguez, una producción única y valiosa por sí misma: por la calidad de su contenido, por la expresividad de sus formas e impulsos automáticos, por el sentido artístico del surrealismo en el soporte que sea plasmado… Su obra es una fuente continua de interpretación, de riqueza sígnica y de simbología que nunca debe ser dejada a incontrolables infortunios. *
1 Perteneciente a la Colección de la HistoriaCultural del Arte en Canarias (volumen 7, Gobierno deCanarias, Viceconsejería de Cultura y Deportes, 2010). Una colección dirigidapor Fernando Castro Borrego y Jonathan Allen, que el día 19 de Julio de 2011,presentaba en la Presidencia de Gobierno de Canarias en Santa Cruz de Tenerife, el ultimo tomo de la colección; Multiplicidad de la imagen, multimedia, fotografía y cinematografía en Canarias y que ha sido elaborado por Franck González, Carmelo Vega y Fernando GabrielMartín.
2 Óscar Domínguez. Decalcomanías. Del 14 de Septiembre al 26 de Septiembre de 2006. Galería Guillermo de Osma, Madrid.
3 Óscar Domínguez y Marcel Jean, Grisou, le lion-fênetre, Jean Luc Mercie, París,1990. Edición total de 25 Ejemplares. La Galería Guillermo de Osma de Madridposee el ejemplar especial número II/III que contiene dos decalcomanías originales, una de Óscar Domínguez y otra de Óscar Domínguez y Marcel Jean. Posee 16 reproducciones en fototipia de decalcomanías automáticas de interpretación premeditada.
4 Hernández Gutiérrez, Isidro,”Revisitar a Domínguez”. Diario de Avisos, El perseguidor, número 39.SantaCruz de Tenerife, Sábado 2 de Abril de 2011, pp.4-5.
5 Isidro Hernández Gutiérrez (SantaCruz de Tenerife, 1975). Licenciado en Filología por la ULL, donde también obtuvo el título de Experto en Artes Escénicas. Obtuvo los premios de poesía Emeterio Gutiérrez Albelo en 1995 (Ayuntamiento de Icod de los Vinos, Tenerife) y Emilio Prados en 2007 (Centro Cultural Generación del 27, Málaga). En 2000 publicó Trasluz, y en 2002, Árbol Blanco, con dibujos de Gonzalo González, ambos en la colección “Asphodel”. En 2007, Pre-textos publicó Elciego del alba.Entre 2001 y 2003 impartió clases de español en Universidad de Bretaña(Francia). Textos suyos sobre poesía y arte pueden encontrarse en ensayos, entrevistas, publicaciones periódicas y catálogos de exposiciones. También en sublog http://elaprendizihg.blogspot.com. En 2008 vio la luz su libro de formas breves El aprendiz, en la colección La Caja Literaria, Tenerife. Actualmente trabaja como Conservador de la Colección del centro de arte TEA Tenerife Espacio de las Artes.
6 Ajdunto link para completar el documento audiovisual sobre la exposición: http://www.teatenerife.es/expo/oscar-dominguez-una-existencia-de-papel.
7 Op.cit., Hernández Gutiérrez, Isidro, […].
8 Alonso Hernández,L., Museología:introducción a la teoría y práctica del museo.Istmo, Madrid, 1993.
9 Belcher, M., Organizacióny diseño de exposiciones: su relación con el museo. Trea,Gijón, 1994.
10 En relación a la colección TEA, cito parte del artículo de Raúl Gorroño, “Domínguez fue el único artista canario que estuvo en un movimiento internacional”. El DÍA, SantaCruz de Tenerife, 17 de Julio de 2011, con motivo de la publicación por parte de Pilar Carreño Corbella, Óscar Domínguez en tres dimensiones. Catálogo razonado de su obra. “En la colección del TEA hay de todo. Es un tema delicado, pero para mí algunas de las obras de Óscar Domínguez que tiene el TEA son dudosas hasta que no se les haga un análisis científico y se determine si en realidad son de Domínguez. Para mí hay algunas que, de ser Domínguez, son muy malos Domínguez”. Para esta especialista, la del TEA es una de las colecciones de Óscar Domínguez “más dudosas que puede haber. Hay algunas que sí se sabe de dónde proceden, pero de otras tengo serias dudas. Habría que hacer un análisis científico, no es por quién las compró o con qué criterios, sino porque daría la certeza absoluta. Un museo debería de ir por las cosas más científicas, porque algunas se pueden falsear, pero un análisis científico ofrece más confianza”. Con respecto a los objetos que tiene el TEA de Domínguez, asegura que “son auténticos. Hay algunas obras de las que se desconoce su procedencia, pero de otras sí se conoce, como las que compraron al hijo de Westerdahl. Hay una trayectoria para conocer dónde han estado”, matizó.