Museo Histórico Virtual

Díaz Hernández, Manuel

de artistas en Canarias

Artes Plásticas

Manuel Díaz Hernández (“El padre Díaz”)

Santa Cruz de la Palma, 1774-1863

Sacerdote ilustrado, humanista, artista, escritor, músico, filántropo, hombre de grandes vuelos culturales y figura esencial de la ilustración canaria. Conocido como “El padre Díaz”, inicia estudios eclesiásticos en los conventos de su ciudad natal, concretamente en el de dominicos. Más tarde,  se traslada a Las Palmas de Gran Canaria para continuarlos en el Seminario Conciliar, ordenándose sacerdote en 1800. Vuelto a Santa Cruz de La Palma, es nombrado beneficiado de la parroquia matriz de El Salvador, donde desarrolló una amplia labor pastoral, muchas veces cuestionada por sus paisanos que lo tildaron de liberal y masón por sus devaneos con miembros de esta sociedad secreta. Fue nombrado junto a O’Daly representante de La Palma en la Junta Suprema (La Laguna, 1808), y Canónigo de la recién creada Catedral de la Diócesis Nivariense (1819). Se relacionó con los próceres de la política y de la cultura de entonces, viajando con cierta frecuencia a Gran Canaria y Tenerife, sin abandonar en todo momento el cultivo de las Bellas Artes.

A pesar de que los primeros conocimientos sobre la plástica artística los recibió en los ambientes conventuales de la capital palmera, el Padre Díaz fue un autodidacta, recogiendo información no sólo de su excelente biblioteca, sino de la observación obtenida en los talleres locales, así como de la contemplación de esculturas y pinturas que formaban parte del acervo artístico de los principales templos y conventos de las islas. Aunque gozó de sobrada fama como sacerdote, político y hombre polifacético, no consiguió sobresalir, en cambio, en el campo de las artes, manifestándose bastante torpe en todas sus realizaciones. Si algo debemos de enfatizar es sin duda su capacidad para el dibujo, más evidente en las esculturas que las ejecuciones pictóricas, destacando las elaboradas bajo la técnica al fresco que decoraban algunos templos de La Palma y Tenerife, a base de cortinajes teatrales, la mayor parte ya desaparecidas, así como aquellas pinturas que cubrían los techos de las principales salas de muchas viviendas de Santa Cruz de La Palma, La Laguna y La Orotava.

En escultura sólo se limitó a repetir los viejos esquemas de la imaginería tradicional. En ella se observa la impronta del arte de Luján Pérez (1756-1815), escultor que tuvo que haber conocido personalmente durante su estancia en Las Palmas de Gran Canaria. Sin embargo, la huella escultórica más indiscutible es la dejada por el arte de Fernando Estévez (1788-1854), con quien mantuvo estrechas relaciones personales, artísticas y epistolares, facilitándole encargos para las iglesias de El Salvador y Santo Domingo de Guzmán, de Santa Cruz de La Palma, así como para satisfacer una demanda particular más exigente.

La obra escultórica del Padre Díaz  no es amplia, pero sí osada, pues llevó a cabo nada menos que un Crucificado de tamaño natural, hoy existente en la parroquia de la Encarnación, de la citada capital palmera, un encargo de la Cofradía de la Misericordia del convento franciscano. Intentó romper con la vieja costumbre de representar a Cristo ya muerto en la cruz, tal y como lo venían haciendo los escultores canarios del Barroco. Aquí, el rostro del Redentor mira hacia lo alto, intentando plasmar  el momento preciso de entregar su Alma al Padre Eterno. La anatomía, aunque con ciertos errores anatómicos, se ciñe a los esquemas académicos, demostrando sin duda un dominio del dibujo. En 1862, el escultor palmero Aurelio Carmona López (1826-1901), ante los errores formales de la cabeza de Cristo, decide sustituirla por otra salida de su propia gubia; la original de encuentra en la ermita de San Sebastián, de la ya mencionada ciudad capital, lugar donde también el Padre Díaz dejó las esculturas de candelero de los Santos Varones, muy hieráticas, que no se alejan estilísticamente de los estereotipos tradicionales. Otros templos palmeros y viviendas particulares cuentan asimismo con obras suyas.

El día 5 de abril de 1863, domingo de Resurrección, el Padre Díaz  fallece a causa de una caída frente a la puerta de la iglesia de El Salvador de la capital palmera. Su funeral se efectuó al día siguiente, siendo sepultado en el Cementerio Municipal.

GFP

Bibliografía esencial

DE PAZ SÁNCHEZ, Manuel: La ciudad. Una historia ilustrada de Santa Cruz de La Palma. CCPC, La Laguna, 2003

FUENTES PÉREZ, Gerardo:
Canarias: el clasicismo en la escultura. Cabildo Insular de Tenerife, 1990

“La escultura del siglo XIX. La tradición imaginera y la académica”, en El despertar de la cultura en la época contemporánea. Artistas y manifestaciones culturales del siglo XIX en Canarias. Historia Cultural del Arte en Canarias, V, Gobierno de Canarias, 2008

GONZÁLEZ DUQUE, L.: Manuel Díaz Hernández (1774-1863): semblanza de un católico liberal. Rev. La Graja, nº 3, La Laguna, 1990

RODRÍGUEZ ESCUDERO, José Guillermo: Crucificado. Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación. BienMeSabe.org, nº 361, La Laguna, 17 de abril de 2011

RODRÍGUEZ-LEWIS, J.J.: La Semana Santa de Santa Cruz de La Palma: una aproximación diacrónica. Edt. “Consummatum est”, 2007

X